Viajan a Perú para ayudar… y regresan con una lección de vida: "Nos dieron mucho más"

Con solo 23 y 25 años, Isa y Marta decidieron cruzar el Atlántico para vivir tres semanas en comunidades vulnerables de Perú

Sofia González Vázquez

Mallorca - Publicado el

3 min lectura

Este verano, Isa Sancho, profesora de lengua castellana de 23 años, y Marta Vidal, abogada de 25, decidieron dejar atrás sus rutinas en Mallorca para embarcarse en una misión en Perú junto al Padre Eugenio, recientemente nombrado rector del seminario de Mallorca. Durante veinte días, ambas jóvenes colaboraron en diferentes casas hogar, acompañando a niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad. 

Isa recuerda cómo surgió la idea: “Fue una llamada previa de Cristo. Todo se fue dando poco a poco y de forma providencial”. Para Marta, la experiencia también fue un regalo inesperado: “Pedíamos cosas concretas y se iban cumpliendo. Todo encajaba de manera sorprendente”.

 ACOMPAÑAR, MÁS QUE HACER    

Su labor en Perú no consistía en grandes proyectos materiales, sino en compartir la vida cotidiana de los niños: ayudarles con los deberes, comer juntos, jugar al fútbol, rezar y simplemente estar presentes. “Lo más importante era acompañarles en su día a día. Al final, lo esencial no era lo que hacíamos, sino cómo lo vivíamos”, subraya Isa.

Esa presencia cercana y sincera marcó a ambas profundamente. Marta reconoce que la experiencia le ha cambiado la mirada: “Nosotras íbamos con la idea de ayudar, pero la realidad es que hemos aprendido más de ellos que lo que ellos de nosotras”. Isa, por su parte, asegura que ha vuelto transformada: “Regreso con más paz y con la capacidad de vivir el día a día de otra manera”.

Hubo momentos que las marcaron especialmente. Marta recuerda con emoción cuando un niño de tres años le ofreció un caramelo: “Tenía muy poco y, sin embargo, lo compartió conmigo. Fue un gesto de generosidad enorme”. Isa destaca la visita a un centro de personas con discapacidades severas: “Allí entendí que la pobreza no es solo falta de recursos materiales, sino también la necesidad de amor y compañía”.

Marta y un niño en Perú

En cuanto a la forma de hacer misión, ambas coinciden con la idea expresada en el libro de Javier Cercas, 'El loco de Dios en el fin del mundo', donde los misioneros no predican explícitamente, sino que viven junto a las personas. “No hace falta decir nada; si lo que haces es sincero, ellos lo perciben. La vida misma es el primer Evangelio”, reflexiona Marta.

Foto de las redes de Marta

Sobre las críticas que a veces se lanzan a este tipo de experiencias cortas, Isa es clara: “No se trataba de hacernos una foto y volver como heroínas. Lo que buscábamos era servir y dejar que la experiencia nos transformara”.

Marta e Isa en Perú

La misión no acaba al volver a casa  

Hoy, de vuelta en Mallorca, Isa y Marta aseguran que la misión no terminó al regresar. “La misión continúa en el trabajo, en el trato con los compañeros, en el día a día”, afirma Isa. Y ambas animan a quienes se planteen una experiencia similar a dar el paso: “No se trata de cambiar el mundo en veinte días, sino de dejarse cambiar por lo que ves y aprendes”.

Con apenas 23 y 25 años, Isa Sancho y Marta Vidal son un ejemplo de cómo la juventud puede vivir la fe de forma activa, comprometida y abierta a la transformación personal que nace del encuentro con los más vulnerables.

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