Los pageses plantan a Agricultura y no queman la lana mallorquina
Magatzem Canyelles y la Cooperativa Pagesa de Pollença gestionaron más de 140 toneladas de lana que fueron vendidas a dos empresas de la península

Los pageses plantan a Agricultura y no queman la lana mallorquina
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Vuelve a brillar el sol sobre nuestras islas, hoy tenemos más sensación de primavera y, un año más, con la llegada de esta estación, cambio de armario. De las ovejas, también. De su ropaje abrigado de lana a una muda más fresquita. En mayo se esquilan las ovejas. Escucha este breve recuerdo de la campaña anterior.
Fernández: “Los ganaderos pueden ir a entregar su lana después de la esquila y nosotros hemos contratado por una parte un gestor de residuos, y las va a llevar a Tirme para una incineración”
Es Fernando Fernández, director general de Agricultura, en una entrevista que le hicimos el pasado 14 de mayo, en la que nos decía que la propuesta de la conselleria a los pageses era quemar la lana. Sigamos recordando.
Monés: “Es imposible que planteen quemar la lana”.
Úbeda: "No he llegado a entender esta noticia después de más de 30 años en el sector de la lana”.
Manzanero: "Es una situación esperpéntica, no tiene ningún sentido, es un material con valor, es un material que tiene unas propiedades estupendas”.
Úbeda: "En ningún momento, nadie me ha dicho que no nos compre la lana”.
Los pageses plantaron a Agricultura y no quemaron la lana, la vendieron. Más de 140 toneladas a dos empresas de la península. Los cálculos iniciales de Agricultura es que acabarían en la hoguera unas 120 toneladas de lana. Finalmente fueron 10. Nos alegramos de ese error de cálculo. Pero ¿por qué Agricultura optó por la quema, cuando, claro está, hay mercado para la lana mallorquina?
Un breve resumen: la cooperativa de Camp Mallorquí alertó a finales de abril de 2021 de la difícil gestión de la lana y pedía la implicación de las administraciones. El año anterior habían vendido la lana a RMT, empresa de Barcelona que seguía interesada en la compra.
¿Cuál fue el conflicto? Que para reducir los gastos de transporte, la lana debe compactarse, para así ocupar el menor espacio posible. En la campaña de 2020, al no compactar, RMT y Camp Mallorquí compartieron gastos de transporte y enviaron 17 contenedores para 83 toneladas. Algo que se podría haber hecho en cuatro contenedores.
Total, que RMT dijo que la compraba a 25 céntimos el kilo, pero que no asumía el transporte, porque era responsabilidad de la cooperativa solventar el prensado. Y te estarás preguntando ¿y esto cómo se hacía en las campañas anteriores a estos maravillosos años veinte? Nos lo cuenta Antoni Monés, gerente de Monlán, empresa de Sabadell.
Monés: “Monlan la fundó mi padre en 1947, son ya 75 años, y llevamos 60 años comprando la mayor parte de la esquila de la lana de Mallorca”.
60 años comprando lana mallorquina. Monlan es la propietaria de la prensa con la que compactan la lana. Desde 2020, el usufructo de esta prensa lo tiene Magatzem Canyelles, en Inca. Antes, se hacía en Llucmajor.
Monés: “Se hizo primero a través de un almacén en Llucmajor, regentado por Jaume Serra, luego por sus sobrinos Joan y Tomeu. Cuando ellos cesaron la actividad, se trasladó a Inca, a casa de Rafel Canyelles, trabajando en exclusiva para nosotros y comercializando toda la lana que ellos recogen, clasifican y prensan”.
Monlan buscó quien siguiera prensando la lana mallorquina para poder comprarla y abaratando, así, el transporte. Finalmente, quien aceptó fue Rafel Canyelles, pero no fue la única oferta.
Canyelles: “Nosotros empezamos en 2020 prensando la lana mallorquina. Es un trabajo que se tiene que hacer. Camp Mallorquí tendría que dar el servicio al pagés, solucionar este problema. La prensa se le ofreció a ellos. Dijeron que no”.
Tras la voz de alarma daba por Camp Mallorquí, la conselleria de Agricultura salió al paso unos días después con una solución, su solución.
Fernández: “Viendo las posibilidades que teníamos para hacer una gestión eficaz y que no fuera muy costosa, vimos que esta era la solución. Pactamos con ellos cinco puntos de recogida en cinco cooperativas de la isla, se le ofrecía al ganadero la posibilidad de llevar esa lana a ese punto de recogida. A partir de ahí, un transportita autorizado de sandach, recogería de lana, lo llevaría a una planta intermedia y de ahí a Tirme para la incineración”.
Polémica servida. ¿De verdad la única posibilidad de la lana, teniendo una prensa en Inca, era quemarla? Agricultura sí tuvo otra solución sobre la mesa, la de siempre. Canyelles se reunió con dos técnicos de la conselleria.
Canyelles: “Yo dije que tenía las máquinas para prensar la lana, para hacer el trabajo. Monlan hace más de 60 años que compra la lana de Mallorca, que se han hecho cargo de la lana, nunca ha habido ningún problema. Y la solución, yo lo dije, es prensar la lana. Se pagará barata, porque no vale más, pero se pagará lo que vale. Yo me ofrecí, que podía hacer el transporte desde las cooperativas. Pero no fue bien”.
Y sobre esa reunión, que nos confirmaron fuentes de la Conselleria, esto es lo que nos dijo el director general de Agricultura.
Fernández: “Yo no tengo constancia de esa reunión”
Tuviera o no constancia de esa reunión, que sí se produjo, ¿tampoco tenía constancia la conselleria de que los últimos 60 años se prensaba la lana para enviarla a Monlan y que esa prensa la tenía Canyelles desde el 2020?
¿Por qué Camp Mallorquí, que las últimas décadas había trabajado con la prensa de Llucmajor no llevaba su lana a Inca para seguir como hasta ahora? Los que sí que conocían las alternativas a la quema de la lana eran los pageses, y tenían dos.
La primera, la Cooperativa Pagesa de Pollença. Su gerente, Francisco Úbeda, buscó
RMT, Recuperación de Materiales Textiles.
Úbeda: “Se ha hecho con RMT y eran los mismos que habían comprado el año pasado en Mallorca. Reconocieron que era un mal año, que tenían el stock del año anterior, porque el mercado chino se había cerrado y las industrias estaban bastante paradas. Nos echó una mano, nos abrió las puertas para recoger toda nuestra lana”.
RMT es la empresa que un año antes compró la lana a Camp Mallorquí, esa lana que no compactaron y enviaron en 17 contenedores, pese a estar la prensa en Inca. La Cooperativa Pagesa de Pollença, a base de mucho esfuerzo, consiguió pagar al pagés 10 céntimos por kilo.
Úbeda: “Nos han pagado 3 céntimos más. Estaba estipulado en 25, pero han reconocido nuestro trabajo. Además, hemos conseguido el menor coste de transporte. Solo hemos pagado 3 cargamentos, en vez de 9. Y hemos podido pagar 10 céntimos al pagés cuando la ha traído aquí. Y si hemos ido nosotros a recogerla, hemos pagado 5 céntimos”.
Es poco dinero, muy poco, pero el coste medioambiental de quemar la lana, es mucho mayor.
Úbeda: “Los 10 céntimos son simbólicos, se ha querido hacer así, para que la gente valore que vale algo, que no se debe destruir, porque el coste de destruir es bastante importante. Hablamos de km 0, de no generar huella de carbono, y tenemos que llevarla de Pollença a Sineu, cada uno con sus medios, todo esto vale un dinero y tiene un coste medioambiental, más luego la incineración”.
Monés: “Dinos románticos, pero para nosotros como es un producto que queremos, que pese a la dificultades que presenta, entendemos que tiene cierto valor, pues nos supo mal. La huella de carbono tampoco acabamos de entender que un circuito de incineración no sea también un problema medioambiental”.
Para arañar esos céntimos de más, la cooperativa de Pollença, que no tiene prensa, se las ingenió para abaratar el transporte.
Úbeda: “Lo hemos hecho de forma artesanal, un socio se ha implicado bastante, se han hecho balas redondas, como si estuviéramos embalando paja, en una explanada grande de hormigón, se ha extendido, como se rastrilla la paja, con la lana estira de vellón en vellón, y la máquina daba vueltas y se hacían balas de más de 200 kg”.
La
84 socios de ovino, a los que cada año retiran la lana, son unas 15 toneladas. El año pasado recogieron casi el triple.
Úbeda: “42 toneladas. Empezamos tarde, en mitad de la campaña, pero el boca a boca, los pageses no estaban por quemarla, estaban en contra, y nos la hicieron llegar”.
Está claro que rico con la venta de la lana no se hace nadie. Pero eso no significa que haya que quemarla.
Úbeda: “No es un negocio, pero te satisface, porque ves que no se ha quemado, se le ha dado una segunda vida, y que lo que dijimos el primer día, teníamos razón, que había mercado”.
La segunda alternativa a la quema para los ganaderos fue llevarla hasta Magatzem Canyelles. Recogieron más de 100 toneladas. Monlan pagó 25 céntimos por cada kilo, 5 al pagés.
Pero no solo los pageses llevaron su lana a Canyelles, también lo hizo Camp Mallorquí, pagando, eso sí, la Conselleria. Sí, la conselleria. Las casi 26 toneladas que recogieron con su idea de la quema.
Ante el revuelo montado, la pagesía indignada y las muchas entrevistas de este programa denunciando la mala gestión de Agricultura y demostrando que sí había soluciones sensatas, la lana que se llevó a los cinco puntos habilitados por la conselleria, socios los cinco de Camp Mallorquí, acabaron en Magatzem Canyelles. Eso sí, los pageses dueños de esa lana no recibieron ni un solo céntimo.
Agricultura costeó el transporte de esos cinco puntos a una planta intermedia, de esa planta intermedia a Canyelles y, una vez realizada la separación de la lana y desechada la que no podía venderse, por suciedad o porque estaba mojada, de Canyelles a Tirme. Pagando, cómo no, la incineración. Nos lo explica el director general de Agricultura.
Fernández: “Se recogieron 25,905 kg, se han llevado a Tirme 10,750. La planta de almacén intermedio ha sido 2500 euros, los traslados del transportista sandach 1889 euros y el coste de incineración de Tirme 1210 euros”.
El coste para Agricultura fueron 5.599 euros, son casi 22 céntimos por kilo de lana, eso sí, sin que el pagés cobrara nada y pagado con los impuestos de todos nosotros. Y vale que al pagés esos céntimos nada le solucionan. Es la incompotencia, la mala gestión y el desconocimiento de la Administración. De crear problemas en lugar de solucionarlos. Y es que el problema de la lana pasa por los mismos martirios que muchos productos mallorquines, la insularidad.
Úbeda: “No hay un problema con la lana, el problema es logístico, de costes y lo estamos viendo con todos los productos. Los costes de los intermediarios y de la industria están creciendo y vamos restando al precio del pagés, y esto no puede ser. Si los costes están aumentado, del lavadero de lana, del transporte, le estamos quitando precio al productor. Hasta aquí hemos llegado. Con la almendra, con la lana, con todos lo del sector. De una vez se tiene que reconocer la insularidad, intentar compensar estos transportes”.
Respecto al precio, en los últimos 20 años la media que ha cobrado el ganadero no ha superado los 30 céntimos/kilo, con significativas oscilaciones, como en 2015, cuando el ganadero llegó a cobrar 48 cts/kg. O el 2009, cuando recibieron 12 céntimos por kilo de lana.
La subida de los costes intermedios, como el transporte, se ha duplicado en las dos últimas décadas y esto resta en el precio final que se paga al pagés, siendo siempre el principal perjudicado por el aumento de los costes. Y la actual tendencia de renovar el armario cada temporada, de comprar ropa de usar y tirar, no beneficia al mercado de las materias primas textiles.
Monés: “Comprar por impulso, renovar la colección cada 15 días. En las cadena de fast fashion, un 30% de todo lo que se produce cada año de prendas, no alcanza al consumidor, va al vertedero, es un problema medioambiental de primer orden, es una de las industrias más contaminantes del mundo”.
La línea de trabajo, ha quedado más que clara, no es la quema, es estudiar y crear usos para estas lanas gruesas, como el textil hogar, la artesanía o los aislantes para construcción.
Monés: “Las lanas son un subproducto de la explotación ovina pensada para carne y leche, son lanas de peor calidad mal manipuladas. Hay opciones de textil hogar (alfombras, tapicería, etc), pero sujetas a una presión de precios muy grande por su calidad inferior a las lanas de Nueva Zelanda”.
La batalla está en los pocos céntimos que llegan al pagés, en que la vida en el campo no sale a cuenta y la conselleria del ramo no debería hacerla más cuesta arriba. En unas semanas, como cada principio de mayo, los pageses volverán a esquilar a sus ovejas.
Úbeda: Vamos a estar vigilando y si hay que volver a comprar lana y darle una salida, lo vamos a hacer, con tal de que no se queme.
Canyelles: “Que esto no vuelva a pasar. La gente no está contenta con el sistema de quemar la lana”.
Monés: “Como hace 60 años cada año, estamos a disposición del sector de la lana de Mallorca. Nosotros lo que queremos es trabajar”.
Canyelles: “A la lana de Mallorca, nosotros como Magatzem, le podemos dar salida. Tenemos la maquinaria, personal, ganas de trabajar. Nosotros le damos salida a toda la lana de Mallorca”.