La cara oculta de Palma: “Nuestros barrios son decorados para turistas”
Palma presume de ser una ciudad moderna y cultural, pero según los vecinos, “la realidad está muy lejos del escaparate”

Cafetería en el casco antiguo de Palma de Mallorca, Islas Baleares
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La presidenta de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Palma, Maribel Alcázar, ha lanzado un mensaje claro y contundente: “Ahora mismo, en Palma, más que de residentes, hay que hablar de resistentes”. La frase resume el sentimiento generalizado de muchas entidades vecinales tras el cierre del serial ‘Barrios de Palma’, que ha recorrido durante meses distintas zonas de la ciudad recogiendo sus demandas y preocupaciones.

Personas sentadas en mesas en la Plaza Mayor de Palma de Mallorca
La primera y más urgente reivindicación de los vecinos es la vivienda. Alcázar advierte del impacto de la gentrificación, el auge del alquiler turístico y la expulsión de residentes por los altos precios. “Los jóvenes se ven obligados a marcharse porque no pueden pagar un alquiler; los mayores se quedan solos; el comercio de proximidad desaparece y los barrios pierden vida”, explica. Esta desestructuración, añade, también afecta al tejido social y productivo de la ciudad.
Del barrio al decorado
Otro punto destacado es el incivismo creciente, especialmente en zonas del centro histórico, como Cort, donde la presencia masiva de turistas ha transformado el entorno vecinal. “Son espacios convertidos en decorados. El visitante no comparte los tiempos ni el respeto por quienes viven aquí: niños, mayores o trabajadores que madrugan”, señala.

Cort
De cara a la posible candidatura de Palma como Capital Europea de la Cultura en 2031, Alcázar es tajante: “Para serlo, primero tiene que haber una cultura real, viva, arraigada en los barrios. No podemos quedarnos en una cultura escaparate”. Según la presidenta, la ciudad debe priorizar actividades comunitarias y recuperar espacios para el encuentro y la participación vecinal.
Desde la Federación también se alerta de la falta de alternativas de ocio juvenil, de problemas para acceder a ayudas públicas por parte de las asociaciones vecinales y del desequilibrio en la atención institucional, que prioriza las zonas turísticas en detrimento de los barrios.
Los vecinos piden mayor implicación del Ayuntamiento, más participación en las decisiones urbanísticas y políticas que piensen en quienes viven todo el año en la ciudad.