El día en el que Cléber Santana se hizo inmortal para el mallorquinismo

El centrocampista brasileño marcó uno de los goles más bonitos de la historia del RCD Mallorca ante todo un Real Madrid. Falleció en el accidente aéreo del Chapecoense

Cléber Santana

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Hay jugadores que no necesitan estar mucho tiempo en un lugar para dejar huella y hay jugadores que pasan inadvertidos aunque acumulen más de una temporada en el mismo equipo. En el primer grupo se encuentra Cléber Santana. El centrocampista brasileño abandonó este mundo en el desgraciado y trágico accidente aéreo que se llevó a casi un equipo entero por delante, el Chapecoense, pero para entonces ya había conseguido la inmortalidad en el recuerdo de los aficionados al fútbol y en el corazón mallorquinista.

Nadie debería irse de esa manera, nadie podía predecir algo así, pero sin saber que su vida se acabaría tan pronto, Cléber ya había alcanzado la inmortalidad por la vía de los hechos futbolísticos. Una acción humana a ras de suelo, sin despegarse de la tierra, sin despeinarse, se diría que sin sudar viendo aquella secuencia hipnótica repetida una y otra vez. Una verdadera obra de arte al alcance sólo de talentosos, de acuerdo, pero también de jugadores bendecidos.

Tan creyente como era Cléber, debió notarse muy cerca del Padre o inspirado por él para ser capaz de crear aquella maravilla. ¿Quién puede crear algo maravilloso sin estar inspirado o bendecido? nadie. La inspiración llega como un momento de no mente en el que un ser humano tiene la capacidad de crear algo. Para un creyente será Dios, para alguien que no se sienta creyente o religioso se llamará simplemente inspiración.

Enn un juego de balón en el que se interrelaciona con compañeros y rivales que tratan de quitártelo, la inspiración no tiene por qué resultar con éxito, porque juegan otros también. No es lo mismo crear en un juego de contacto que estar uno solo ante el abismo; aquí es uno mismo ante un montón de piernas alrededor, con un balón que hay que saber domar, proteger y tratando de no ser derribado. Una creación en movimiento. Eso hizo Cléber Santana aquel 24 de Mayo de 2009 en el Santiago Bernabéu.

Sólo jugó una temporada en el RCD Mallorca, llegó como fichaje discreto, venía del Atlético de Madrid pero las expectativas en él no eran muy elevadas, venía de jugar 23 partidos con el Atlético sin marcar ningún gol. Parecía uno de esos descartes de los equipos importantes de la liga que no se sabe muy bien si van a funcionar. Pero Cléber se ganó el respeto de sus compañeros y fue siempre un tipo con una sonrisa para quienes seguíamos al equipo, amable y tranquilo, 32 partidos jugó en la liga como bermellón anotando cinco goles. Una gran temporada.

Aquel día Cléber Santana desde la tierra se elevó al cielo del fútbol con un gol eterno. Recibió un pase de Mario Suárez tras interceptar un avance del Real Madrid David Navarro. Mario, su compañero en medio, se la deja de cara, le enciman tres jugadores, él con una maniobra sutil elimina esa línea de presión metiéndose entre dos y avanza, estamos a unos 40 metros de portería. Le sale Lass que intenta tapar línea de pase, pero Cléber amaga y se va para adentro conduciendo con la diestra y el balón cosido al pie, le salen dos, y él se mete entre ellos y ante la cobertura de Javi García ya pisando área lanza una folha seca que se eleva por encima de Casillas.

Una auténtica obra de arte que se ganó para siempre el corazón de los mallorquinistas, que le hizo inmortal, porque nadie desaparece mientras es recordado. Y el gol de Cléber será recordado por siempre jamás.

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