Ya puedes disfrutar de la "cocina gallega viajada" con unas vistas únicas sobre la Muralla de Lugo y desde un local habilitado en una antigua cárcel del siglo XIX

Después de ocho años cerrado, acaba de abrir el restaurante habilitado en la parte superior de O Vello Cárcere, la antigua prisión del partido judicial rehabilitada como centro cultural, con unas vistas espectaculares en pleno corazón de la ciudad

Vistas cafetería Vello Cárcere
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Ramudo

El local de hostelería habilitado en la parte de superior de O Vello Cárcere llevaba ocho años cerrado a pesar de ubicación única

José Luis Ramudo

Lugo - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

La rehabilitación de la antigua cárcel del partido judicial de Lugo y su transformación en un impresionante centro cultural en el corazón del casco histórico de la capital lucense fue un auténtico hito para la ciudad. 

Desde una perspectiva eminentemente práctica, supuso recuperar para el uso público unas instalaciones que estaban totalmente desaprovechadas y en un mejorable estado de conservación; pero desde un punto de vista simbólico, también significó pasar página para, sin olvidar el pasado y todo lo que significó ese recinto durante la represión franquista, darle un nuevo significado a ese espacio, totalmente diferente, abierto a la cultura, al diálogo, a las iniciativas sociales y a la convivencia.

Este edificio histórico fue diseñado por el arquitecto Nemesio Cobreros en 1878, aunque no fue inaugurado hasta 1887, como la segunda cárcel modelo de España. Sus puertas como centro penitenciario quedaron definitivamente cerradas en 1981 y no volvieron a abrirse, ya como un espacio cultural ciertamente original, hasta marzo de 2017, después de un proyecto de rehabilitación integral que supuso la inversión de 5,5 millones de euros -cofinanciados con fondos europeos- y de unas obras que comenzaron en 2012.

Desde entonces, O Vello Cárcere se ha convertido en un elemento más del paisaje cultural de la ciudad, por el significado y la relevancia del propio edificio, visita obligada en la ciudad de Lugo, pero también por las múltiples actividades que acoge cada año. 

Sin embargo, a pesar de ello, una parte de ese recinto nunca llegó a funcionar. Durante los últimos ocho años ha permanecido cerrado, sin que nadie quisiese hacerse cargo de la concesión, el local de hostelería ubicado en la parte superior del antiguo centro penitenciario. 

Un espacio que ofrece unas vistas magníficas sobre la Muralla romana de Lugo y sobre el casco histórico, gracias a su particular diseño, dado que todo el frente es de cristal y, además, cuenta con una gran terraza.

Vista de la fachada principal del Centro Cultural Vello Cárcere

COPE Lugo

Vista de la fachada principal del Centro Cultural O Vello Cárcere

A pesar de todas esas ventajas, hasta ahora el Concello de Lugo no había logrado despertar el interés de ningún empresario de hostelería. Hasta ahora. 

comodidad y "cocina gallega viajada"

Hace unos días comenzó a funcionar en ese espacio el restaurante Musgo by Rabuda, de la mano de Antón Correa. Asegura que el establecimiento "tiene mucho potencial" y su plan de negocio pasa, precisamente, por aprovechar todas las cosas buenas que ofrece un lugar tan singular.

Reconoce que uno de los motivos que echó para atrás a otros empresarios que, en un momento dado, pudieron interesarse por el establecimiento, fueron las condiciones de explotación

El problema, precisó, es que fue concebido "como una cafetería", cuando en realidad ese tipo de negocio, a su juicio, no es viable en un lugar con estos condicionantes. Se necesita, reconoce "un ticket un poco más elevado" para hacer frente a los gastos que implica.

Aunque ya está trabajando, la inauguración oficial del establecimiento será el próximo 3 de abril. Su planteamiento es el de un restaurante con un número de mesas limitado, para que la gente "esté cómoda" y pueda disfrutar de las vistas sobre el Campo Castelo y la Praza da Constitución. 

Aunque por superficie podría atender a más comensales por turno, prefiere que el establecimiento no sea un lugar "ruidoso", para que los clientes disfruten más de la experiencia. Dispone también de mesas altas, "que son atendidas como gastrobar", para aquellos que prefieran "picar algo" en vez de comer a la carta. El local no tiene barra.

En cuanto a la carta, reconoce que, al menos de momento, es corta. Responde al concepto de "cocina gallega viajada", o lo que es lo mismo, platos innovadores, pero inspirados en sabores autóctonos y elaborados con productos de proximidad. 

"El precio medio se sitúa en los 45 euros por comensal", precisa Antón, pero "por 30 o 35 euros se puede comer perfectamente".

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