No se respetaba ni el toque de queda, ni el límite de aforo en el local, ni mucho menos que las personas que allí estaban fuesen o no convivientes: en este furancho de Touro, parece que no habían oído hablar del coronavirus.
Al menos, hasta la medianoche del sábado al domingo, cuando agentes de la Guardia Civil se acercaron hasta el lugar, después de tener conocimiento de que allí atendían a clientes más tarde de las once de la noche.
Cinco vehículos estacionados junto al portón de la entrada principal y el ruido procedente del interior anunciaban que lo que se dice vacío, no parecía estar, algo que pudieron comprobar los efectivos de la Benemérita rodeando la finca: un gran número de personas intentaban abandonar el "furancho" por una puerta trasera. Pudieron contar hasta quince, de las que fue posible identificar a diez, varios menores entre ellas. Según el relato de la Guardia Civil, una pareja huyó atravesando un campo de labradío, haciendo oídos sordos a las advertencias de los agentes. Entre la clientela que permanecía aún en el interior, la Guardia Civil constató que había personas que no llevaban puesta mascarilla.
La intervención dio lugar, según la información del Instituto Armado, a siete denuncias administrativas, por el hecho de estar en un lugar de uso público entre las once y las seis de la mañana sin causa justificada y también por superar el límite de seis personas no covivientes reunidas
En el operativo participaron agentes de los puestos de la Guardia Civil de Arca, Boimorto y también de Santiago.