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Ibrahima y Magatte, tras auxiliar a Samuel: "Nuestra vida ha cambiado mucho"

Los dos senegaleses que intentaron salvar al joven apaleado en A Coruña trabajan en una empresa maderera

Cuentan cómo llegaron a la ciudad gallega: No sabíamos nada de España, solo que aquí estaba el Deportivo.

Ibrahima y Magatte, en Puertas Betanzos

Ibrahima y Magatte, en Puertas BetanzosEFE/Cabalar

Ana González (EFE)/ RedacciónA Coruña

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 19 ene 2022

Ibrahima Diack tiene 39 años y un hijo, que vive en Senegal, y Magatte Ndiyae, a sus 38, es padre por partida triple. Después de tres años sobreviviendo con la venta en la calle, y convertidos en héroes por ayudar al joven Samuel durante una paliza mortal en A Coruña, ahora tienen un trabajo que les permite mandar dinero a su familia y vivir felices.

Ibrahima y Magatte




Su nombre es conocido por su valiente actuación en la fatídica madrugada del 3 de julio de 2021 en el paseo marítimo coruñés, donde auxiliaron a Samuel Luiz recibiendo también una gran cantidad de golpes por parte de aquellos que terminaron matando al joven.

TRABAJO EN EL SECTOR DE LA MADERA

Tras aquel episodio, la Secretaría de Estado de Migraciones les concedió el permiso de residencia y trabajo y ahora se mueven entre maderas, tornillos y máquinas en la fábrica de ‘Puertas Betanzos’, situada en Oza-Cesuras, gracias al ofrecimiento que les hizo el empresario Javier Paz.

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Ibrahima y Magatte: "Nuestra vida ha cambiado mucho"Imagen: Josechu Órtiz/EFE



“Si volvemos a ver algo así, nos meteríamos sin pensarlo”, sostiene en una entrevista con Efe Ibrahima, al recordar la brutal agresión que acabó con la vida de Samuel en la Avenida de Buenos Aires.

UN ACTO DE “EDUCACIÓN Y CULTURA”

Aunque fueron reconocidos por su humanidad y valentía, incluso siendo designados Hijos Adoptivos de A Coruña, estos dos empleados explican que todo lo que hicieron aquella noche fue “educación y cultura”.

“Es nuestra educación, es lo que sabemos, lo que nos han enseñado. Si vemos a una persona que necesita ayuda lo que tenemos que hacer es ayudarla. Si pasa cualquier cosa, te tienes que meter. Eso es fijo”, subraya Diack, en un breve descanso de su labor diaria creando puertas.

Ibrahima y Magatte

Ibrahima y Magatte

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No dudan en calificar de “muy fuerte” la palabra héroe, pues consideran que el que tiene “un poco de corazón y humanidad” habría hecho lo mismo que ellos.

“Somos humanos como él”, espeta Magatte, quien equipara su acción al amparo que les brinda este empresario: “lo que hicimos de ayudar a una persona es como lo que está haciendo ahora mismo el jefe”.

EL CAMBIO DE VIDA


Los dos están muy agradecidos a Javier Paz, quien relata a Efe que vive a dos calles del lugar donde ocurrió aquella brutal paliza y la historia de Ibrahima y Magatte lo conmovió, por lo que quiso echarles una mano.

“Nuestra vida ha cambiado mucho. Estamos muy felices, muy contentos con el jefe. Nos está ayudando en todo lo que puede”, abunda Ibrahima.


Ibrahima y Magatte

EFE/Cabalar



Su compañero considera que Paz los trata como a sus hijos porque “es muy buena persona”, igual que el resto de los empleados de la compañía, que son como “una gran familia”.

“Antes estábamos vendiendo en la calle tres veces a la semana. Ahora trabajamos seguido todos los días. Tenemos que madrugar y trabajar. Así estamos mejor. Nuestra vida ha cambiado muchísimo aquí y también la de nuestra familia en Senegal”, detalla Diack.

VOLVER A SENEGAL

Ahora tienen dinero suficiente para cubrir los gastos “de aquí y de allí”, pues antes querían ayudar a sus seres queridos pero no podían. “Estamos muy felices, sin palabras”, agregan.

Ibrahima y Magatte

EFE/Cabalar




También pudieron ir de vacaciones a Senegal en diciembre y ver a sus familiares, gracias a que Javier Paz les compró los billetes de avión: “Tanto tiempo sin ver a nuestra familia fue muy duro”.

DE ÁFRICA A A CORUÑA, POR EL DÉPOR

Hace ya tres años que decidieron dejar su vida en el país africano y mudarse a España con el propósito de “mejorar” su futuro y con la “curiosidad” de saber cómo era Europa.

“Cuando éramos niños veíamos el Dépor”, rememoran para afirmar que se quedaron en la ciudad de A Coruña por su aprecio al equipo de fútbol: “No sabíamos nada de España, solo que aquí estaba el Deportivo”.

Desde entonces, la ciudad ha sido muy hospitalaria con ellos, pues Ibrahima indica que la gente es “muy amable” y señala que “si te portas bien no tienes problemas”.

Sin otra palabra que “gracias”, ambos miran al futuro con un férreo objetivo: “Seguir trabajando en esta empresa hasta que tengamos 65 años”


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