Valdebotoa respira: su oficina de Correos no cerrará… de momento

Un susto por la posible desaparición del servicio de correos en esta pedanía de Badajoz ha destapado el miedo que sienten muchos pueblos a quedarse sin sus servicios básicos.

Oficina de Correos en Valdebotoa

José Luis Lorido

Badajoz - Publicado el

2 min lectura

La alarma saltó el lunes en Valdebotoa. Los vecinos de esta pedanía de Badajoz vieron que la oficina de correos no abría. La persona que llevaba años atendiendo la oficina se había jubilado el viernes anterior. Todo el mundo pensó lo peor: que la empresa Correos cerraría el servicio para siempre. El miedo se extendió rápidamente. El Ayuntamiento mostró su preocupación en las redes sociales porque no había recibido ninguna información oficial. La gente sentía que estaban a punto de perder un servicio esencial.

Sin embargo, la realidad era mucho más simple. No había ningún plan para cerrar. Lo que pasó fue un retraso administrativo. Al jubilarse la cartera el viernes, no hubo tiempo de que llegara el contrato de la persona que la iba a sustituir. Mientras tanto, la empresa ya tenía una solución: otro trabajador que da servicio en otras pedanías cercanas, Gévora y Sagrajas, se haría cargo también de Valdebotoa. El lunes no dio tiempo a avisar del nuevo horario, pero el servicio ya estaba cubierto.

Este malentendido muestra un problema mucho mayor. El susto en Valdebotoa no es un caso aislado. En la España rural, muchos pueblos viven con el temor constante de perder lo que tienen. Han visto cómo cerraban escuelas, consultorios médicos y líneas de autobús. Cada vez que un servicio público desaparece, el pueblo se hace más pequeño y más aislado. Por eso, cualquier señal de que algo puede cambiar, como la jubilación de un funcionario, se interpreta como una amenaza.

La gente no protesta por gusto, sino por supervivencia. La oficina de correos es mucho más que un sitio para enviar cartas. Para los vecinos, es una herramienta vital. Allí se reciben las pensiones, se envían paquetes a la familia, se sacan los permisos de conducir y se hacen trámites con la administración. Es un lazo de unión con el mundo. Perderla significaría quedar un poco más olvidados, un poco más fuera del mapa.

Por eso su posible cierre provocó una reacción tan fuerte e inmediata. Al final, la situación se ha aclarado y el servicio se mantendrá… al menos por ahora. Las fuentes de Correos consultadas por COPE piden tranquilidad a los vecinos y confirman que no hay órdenes de cierre. Pero el incidente deja una lección clara: la desconfianza de los pueblos no es infundada. Necesitan seguridad y comunicación clara por parte de las instituciones. Para que un pueblo siga vivo, no basta con que los servicios no se cierren; hace falta que sus habitantes estén tranquilos y se sientan tenidos en cuenta. El verdadero lujo en los pueblos hoy en día es no tener que vivir con miedo.