Veranea salvando vidas: una red de donación recorrerá más de 200 puntos en la Comunidad Valenciana

Accidentes, operaciones o enfermedades inesperadas pueden hacer que este verano tú también necesites una transfusión

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Momento de una donación

Borja Rodríguez

Valencia - Publicado el

3 min lectura

Nadie lo espera, pero puede pasarle a cualquiera. Una maniobra desafortunada en la carretera, una operación quirúrgica urgente o una infección imprevista pueden desembocar en una situación crítica. Y ahí, la sangre donada por otra persona puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Por eso, el Centro de Transfusión de la Comunidad Valenciana ha lanzado una nueva campaña estival para garantizar que los hospitales no se queden sin reservas durante los meses de julio y agosto.

Más de 200 puntos de donación se habilitarán a lo largo y ancho del territorio valenciano, 80 en Alicante, 70 en Valencia y 50 en Castellón, abarcando tanto hospitales y centros habituales como zonas rurales, playas, pueblos turísticos y enclaves montañosos. Una red que facilita que cualquier persona, esté donde esté de vacaciones, pueda donar.

“Aunque nosotros nos vayamos de vacaciones, los enfermos no las tienen”, recuerda Roberto Roig, jefe de servicio del Centro de Transfusión de la Comunidad Valenciana, en una entrevista en Herrera en COPE Comunidad Valenciana. “Seguiremos operando, poniendo quimioterapia, trasplantando. Y la sangre no se puede fabricar ni improvisar. Por eso, es un buen momento para dejar algo de ti que salve la vida de otra persona”.

Durante el verano, las donaciones tienden a disminuir, al igual que parte de la actividad hospitalaria, pero no lo suficiente como para bajar la guardia. “Lo notamos especialmente desde el 10 o 15 de julio hasta finales de agosto. Por eso movemos los puntos de donación a lugares donde está la gente de vacaciones”, explica Roig.

Una de las claves de esta campaña es acercar la donación al ciudadano. Que no haya que desviarse del paseo por el puerto, del día de playa o de la escapada rural para dar unos minutos y 450 mililitros de vida.

El caso de José Clemente, profesor de biología, es un ejemplo de la necesidad de mantener las reservas. Hace dos años sufrió una infección por una bacteria común que desembocó en una fascitis necrosante, una grave afección que destroza el tejido muscular. “Recuerdo estar cenando con mi familia y al día siguiente estaba en el hospital con la pierna completamente inflamada. Me moría de dolor”, relata.

Esa bacteria, el estreptococo pyogenes, es la misma que puede causar amigdalitis. Pero cuando se introduce en el músculo, puede derivar en necrosis, microinfartos y gangrena. José tuvo que ser operado 11 veces. En ese proceso, “perdí muchísima sangre. Tuvieron que pedir permiso a mi mujer para transfundirme mientras yo estaba dormido. Recibí hasta 7 bolsas”, explica con serenidad.

“Cada vez que me ponían una bolsa de sangre, sentía que volvía a la vida. Fue clave para superar la anemia y salir adelante”, recuerda emocionado. Afortunadamente, logró salvar su pierna y su vida, pero sabe que eso fue posible gracias a la solidaridad de personas anónimas.

Por eso insiste en la importancia de donar. “Nunca sabes cuándo te puede tocar a ti. Yo nunca lo habría imaginado. Y ahora no dejo de recomendar que se done”, afirma.

Casos como el suyo ponen rostro a una realidad: una donación de sangre puede salvar hasta tres vidas. Los componentes que se extraen —glóbulos rojos, plaquetas y plasma— pueden utilizarse para diferentes pacientes, con necesidades distintas. Y no hay ningún sustituto artificial que los reemplace.

Además, donar es un proceso seguro, rápido y sencillo. Basta con tener entre 18 y 65 años, pesar más de 50 kilos y gozar de buena salud. Los puntos de donación móviles estarán señalizados en las páginas oficiales del Centro de Transfusión, redes sociales, ayuntamientos y espacios públicos.

Desde el Centro insisten: “Estamos apelando a la solidaridad. Donar sangre es un acto altruista que no cuesta nada y lo puede cambiar todo para quien la necesita”.

En un verano donde la movilidad, el turismo y las altas temperaturas aumentan el riesgo de accidentes, es más necesario que nunca asegurar que ningún hospital tenga que suspender una operación por falta de sangre.

Porque en la sangre que donamos va la oportunidad de que alguien más siga viviendo. Y esa posibilidad, también, puede que algún día la necesitemos nosotros.

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