Según el informe redactado por los arquitectos Adolfo Alonso y Luis de Mazarredo, encargado por el propio juzgado, la falta de referencia de las estructuras auxiliares en el proyecto de actividad supuso que estas se montaran “sin supervisión de los técnicos responsables”.
El estudio también concluye que “los anclajes fallaron por fallos de definición y de montaje”. “Algunos porque no existían y otros por ser insuficientes, con una resistencia al arranque muy inferior a la fuerza de tracción que se necesitaba para resistir las tracciones provocadas por el viento”.
Respecto a estas las estructuras auxiliares, los dos expertos aclaran que los daños sufridos fueron por “vuelcos” y no por roturas de partes: “...no ha fallado la estructura en sí. Lo que ha fallado es el anclaje de esta al terreno o los contrapesos”.
Otro aspecto a destacar es que la decoración del escenario principal tampoco se incluyó en ese proyecto de actividad. “La decoración y la sujeción de esta a la estructura, que es lo que falló, no están descritas en el proyecto”, indica el informe que especifica que, sin embargo, la estructura sí estaba descrita en el proyecto y, por tanto, fue inspeccionada. “La estructura no sufrió daños, pero parte de la decoración se desprendió de la estructura por el viento”.
Según la documentación remitida por la empresa, para evitar el vuelco se preveía la colocación de contrapesos con depósitos de agua. “En la instalación real se colocan tanto depósitos de agua como maceteros”. Sin embargo, el problema no fue de los contrapesos sino del anclaje.
El informe hace hincapié en que se deben «definir y controlar todas las estructuras que se levanten en cualquier evento público, sea cual sea su sencillez o envergadura», para evitar tragedias como la de Cullera