El Vall d’Hebron lidera un sistema con IA para seguimiento de ictus
El proyecto TruSTroke pretende anticipar complicaciones y personalizar la recuperación

El proyecto usa la plataforma Nora desarrollada por Vall d'Hebron.
Barcelona - Publicado el
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El Hospital Vall d’Hebron de Barcelona lidera un ambicioso proyecto europeo para cambiar la forma en que se atiende a las personas que han sufrido un ictus. Se llama TruSTroke y busca crear una herramienta digital con inteligencia artificial (IA) capaz de hacer un seguimiento individualizado de cada paciente, predecir riesgos y ayudar a médicos y familias a tomar decisiones mejor informadas.
Tras dos años de trabajo inicial, el proyecto entra ahora en una fase clave: un estudio clínico con 1.500 pacientes que permitirá comprobar si la tecnología realmente funciona en la práctica.
Una plataforma para cuidar desde casa y desde el hospital
El corazón de TruSTroke es Nora, una aplicación web y móvil creada por el Instituto de Investigación Vall d’Hebron (VHIR) hace seis años. Con ella, los profesionales pueden seguir en tiempo real la recuperación del paciente, registrar datos y detectar cualquier señal de alerta.
Estos datos son fundamentales para entrenar los algoritmos de IA y, gracias a la financiación europea del programa Horizon Europe, ahora se busca que Nora no solo recoja información, sino que también la analice y ofrezca predicciones sobre la evolución de cada caso.
“El objetivo es anticipar posibles complicaciones, prever el riesgo de que el ictus se repita y ayudar a decidir el mejor tratamiento”, explica el doctor Carlos Molina, jefe de la Unidad de Ictus de Vall d’Hebron y coordinador de TruSTroke.
escuchar a pacientes y cuidadores
Uno de los aspectos más innovadores del proyecto es que no se ha diseñado únicamente desde la perspectiva médica. La agencia barcelonesa Nacar Design ha trabajado junto a pacientes, familiares y personal sanitario para adaptar la herramienta a distintos perfiles: desde personas muy familiarizadas con la tecnología hasta quienes apenas usan un teléfono móvil.
Además, la voz de los pacientes está presente durante todo el proceso gracias a la colaboración con la Stroke Alliance For Europe (SAFE), una red que agrupa asociaciones de personas con ictus en toda Europa.
Más de 11.000 casos para enseñar a la IA
En su primera etapa, TruSTroke recopiló datos de más de 11.000 pacientes con ictus isquémico atendidos en tres hospitales: Vall d’Hebron (Barcelona), UZ Leuven (Bélgica) y Fondazione Policlinico Universitario Gemelli (Roma, Italia).
Toda esta información fue armonizada por el Instituto Jozef Stefan (Eslovenia) para que pudiera ser entendida por los algoritmos, independientemente del país de origen. El entrenamiento inicial de la IA se llevó a cabo en el centro tecnológico Eurecat (Barcelona).
Aquí entra en juego una técnica llamada aprendizaje federado: cada hospital entrena el algoritmo con sus propios datos, pero sin compartir la información personal de los pacientes. Solo se envían los resultados de ese entrenamiento a la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN), que combina todos los modelos para crear uno más preciso y lo devuelve a los centros participantes. Este método garantiza la privacidad y seguridad de los datos, al tiempo que permite que la IA aprenda de una base de información mucho más amplia.

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la prueba definitiva
Con los algoritmos listos, el estudio clínico recién iniciado pondrá a prueba la nueva versión de Nora en 1.500 pacientes. Los investigadores evaluarán si la aplicación es fácil de usar, si realmente mejora el seguimiento y si sus predicciones ayudan a prevenir recaídas o ingresos hospitalarios.
El doctor Pietro Caliandro, neurólogo de la Fondazione Gemelli y responsable del estudio clínico, asegura que “esta información mejora el seguimiento y da más poder a pacientes y cuidadores para tomar decisiones junto a los profesionales”. La herramienta también podrá estimar la gravedad del ictus durante las primeras 24 horas, un momento crítico para definir el tratamiento y minimizar secuelas.
TruSTroke reúne a una docena de instituciones de varios países, entre hospitales, universidades, centros de investigación y empresas. El siguiente paso será probar la solución en la Universidad de Ljubljana (Eslovenia), un hospital que no ha participado en el entrenamiento inicial, para comprobar si funciona igual de bien en entornos nuevos.