El secreto del vinagre para lograr unas patatas fritas crujientes en casa
Un ingrediente tan sencillo puede transformar unas patatas fritas caseras en un plato digno de restaurante.

El secreto del vinagre para lograr unas patatas fritas crujientes en casa
Barcelona - Publicado el
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Las patatas fritas son uno de los platos más queridos y universales. Gustan a todo el mundo y pueden acompañar desde un simple bocadillo hasta una cena completa. A pesar de su aparente sencillez, prepararlas en casa con el éxito esperado no siempre resulta tan fácil. El gran reto es conseguir que queden crujientes por fuera y tiernas por dentro, sin que resulten aceitosas ni blandas.
El truco que marca la diferencia es utilizar vinagre durante la preparación. Este ingrediente, presente en cualquier cocina, ayuda a reducir el almidón de la patata, que es el responsable de que la textura final sea demasiado húmeda. Cuando las patatas se dejan reposar unos minutos en agua con sal y unas gotas de vinagre, ya se prepara el terreno para que la cocción sea mucho más efectiva.
Tras este remojo es imprescindible secar bien las patatas. Cualquier resto de agua puede provocar que el aceite salpique y que las patatas pierdan el punto crujiente que buscamos. Una vez secas, se procede a la primera fritura, que debe ser corta y suave. En esta fase las patatas se ablandan ligeramente y se cuecen por dentro sin llegar a dorarse.
La clave está en dejarlas reposar unos minutos después de esta primera inmersión. El descanso les da consistencia y permite que, en el momento de la segunda fritura, soporten mejor la intensidad del aceite sin deshacerse ni empaparse. Esta segunda fase es más larga y más intensa. Es aquí donde se consigue el dorado perfecto y esa textura crujiente tan característica que convierte unas patatas normales en un auténtico manjar.
Este mismo método también se puede aplicar con éxito en la freidora de aire. Solo hace falta ajustar las temperaturas, realizando primero una cocción más suave y después otra más fuerte. El resultado es muy similar y permite disfrutar de unas patatas crujientes con menos aceite.
Más allá del vinagre y las dos frituras, hay otros factores que pueden mejorar aún más el resultado. Escoger una buena variedad de patata, con el equilibrio adecuado entre almidón y humedad, ayuda a obtener un interior más cremoso y un exterior más firme. Cortarlas todas de manera uniforme también es fundamental para que se cocinen al mismo tiempo y no haya diferencias entre unas y otras. Y, por supuesto, controlar la temperatura del aceite es esencial: si está demasiado baja, las patatas absorben grasa; si está demasiado alta, se queman por fuera sin cocerse por dentro.
Algunas personas añaden un toque extra, como una fina capa de harina antes de freírlas, para potenciar aún más la capa crujiente. Sin embargo, el verdadero secreto sigue siendo el vinagre, simple y eficaz, capaz de dar un giro sorprendente a unas patatas caseras.
Con estos pasos, cualquier cocina doméstica puede lograr patatas fritas que rivalicen con las de un restaurante. Solo hace falta un poco de paciencia, atención a los detalles y la voluntad de poner en práctica un truco tan básico como infalible. El resultado es un plato que no solo acompaña, sino que muchas veces se convierte en el verdadero protagonista de la mesa.