¿De dónde salen tantas rosas en Sant Jordi?: Esta es la rosa de moda este año

Cada 23 de abril, las calles de Cataluña se llenan de amor, libros y, sobre todo, rosas. Es la Diada de Sant Jordi, una festividad profundamente arraigada en la cultura catalana que mezcla romanticismo, literatura y tradición. 

Pero, ¿alguna vez te has preguntado de dónde vienen los millones de rosas que se regalan ese día? Aunque muchos creen que son de producción local, la realidad es bastante más global. 

¿De dónde vienen las rosas de Sant Jordi?  

Durante la Diada, se calcula que se venden entre 6 y 7 millones de rosas en toda Cataluña, especialmente en Barcelona. Sin embargo, solo una pequeña parte de ellas es cultivada en territorio catalán. Aproximadamente:

85% de las rosas provienen de países como Colombia, Ecuador y Kenia.

Un 10% proviene del resto de España, principalmente de Andalucía.

Solo un 5% son de producción catalana, concentrada en invernaderos de zonas como el Maresme o el Baix Llobregat.

¿Por qué vienen de tan lejos?  

Las rosas requieren un clima cálido y constante, así como una gran cantidad de luz solar. En países como Colombia y Ecuador, ubicados cerca del ecuador, las condiciones climáticas permiten una producción de rosas de calidad durante todo el año. 

Además, la mano de obra es más barata y la industria floral está muy desarrollada, lo que reduce los costes de producción.

En cambio, en Cataluña el cultivo de rosas es más estacional y limitado. Muchos productores locales no pueden competir en precio ni en volumen con las grandes plantaciones latinoamericanas o africanas. 

El cultivo local es más sostenible, sí, pero también más caro y menos abundante. Por eso, en fechas tan señaladas como Sant Jordi, la mayoría de floristas opta por importar para poder satisfacer la altísima demanda.

Aun así, cada año hay un esfuerzo por impulsar la flor local. Algunos consumidores eligen conscientemente rosas catalanas por su menor huella de carbono y para apoyar la agricultura de proximidad. Estas suelen ser más caras, pero también tienen un valor simbólico añadido. 

 ¿Por qué se regalan rosas en Sant Jordi?  

La tradición de regalar una rosa en Sant Jordi tiene raíces medievales. Según la leyenda, Sant Jordi (San Jorge) fue un caballero que salvó a una princesa de un dragón. 

De la sangre derramada del monstruo nació una rosa roja, que el caballero ofreció a la princesa. Este gesto romántico ha trascendido el mito y se ha transformado en una costumbre catalana: regalar una rosa a la persona amada.

Durante la Edad Media, en Cataluña ya se celebraban ferias de rosas cerca del 23 de abril, coincidiendo con la primavera y el florecimiento de estas flores. Con el paso de los siglos, esta tradición se fue consolidando y, en el siglo XV, se incorporó incluso en celebraciones religiosas vinculadas al patrón de Cataluña, Sant Jordi.

Aunque originalmente era el hombre quien regalaba la rosa a la mujer, hoy la tradición es mucho más igualitaria: parejas, amigos y familiares se intercambian rosas como muestra de afecto, respeto y amor. 

¿Y por qué el 23 de abril es también el Día del Libro?  

El componente literario de esta festividad llegó mucho más tarde. En 1926, el escritor valenciano Vicente Clavel propuso celebrar el Día del Libro en honor a dos gigantes de la literatura que murieron un 23 de abril de 1616: Miguel de Cervantes y William Shakespeare.

Aunque no fallecieron el mismo día exacto (por diferencias de calendarios), la coincidencia simbólica fue suficiente para institucionalizar la fecha.

En 1995, la UNESCO declaró oficialmente el 23 de abril como el Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor. Así, la Diada de Sant Jordi en Cataluña se convirtió en una celebración doblemente especial: el día del amor y el de la literatura.

Hoy, las calles de ciudades y pueblos catalanes se llenan de paradas de libros y flores. Escritores firman ejemplares, librerías sacan sus catálogos a la calle, y la gente pasea entre páginas y pétalos. 

Una tradición que evoluciona  

Aunque la mayoría de las rosas provienen del extranjero, cada vez hay más conciencia ecológica y social entre los consumidores. 

Se valora más la trazabilidad, la flor de proximidad y el comercio justo. Algunas floristerías ya ofrecen rosas con certificados éticos o ecológicos, y las instituciones promueven campañas para reducir el uso de plásticos o fomentar el consumo responsable.

Sant Jordi es, en definitiva, una fiesta que mezcla leyenda, amor, cultura y comercio. Y aunque las rosas vengan de lejos, el gesto de regalar una sigue siendo muy nuestro.