¿Es posible erradicar el sinhogarismo?

La síndica de Greuges de Cataluña, Esther Giménez-Salinas, ha dado un paso al frente para abordar una de las problemáticas más graves y visibles de la actualidad: el sinhogarismo y los asentamientos urbanos. Para ello, ha convocado una reunión institucional de alto nivel que se celebrará el próximo 11 de diciembre en el emblemático Recinte Modernista de Sant Pau de Barcelona. El objetivo es claro: unir fuerzas para trazar un camino que permita ofrecer soluciones reales y efectivas a las miles de personas que viven en la calle.

Un frente común contra la exclusión

A la cumbre está prevista la asistencia de altos cargos del Govern de la Generalitat, así como los alcaldes y alcaldesas de los municipios de la región metropolitana de Barcelona y representantes de la Taula d'Entitats del Tercer Sector Social. 

La convocatoria representa un intento inédito por crear un frente común y mejorar la colaboración y coordinación entre todas las administraciones implicadas. La síndica ha manifestado su voluntad de que este modelo de cooperación se pueda extender más adelante a otras grandes ciudades catalanas, reconociendo que el sinhogarismo es un fenómeno extendido por todo el territorio.

La decisión de organizar este encuentro surge a raíz del aumento de quejas recibidas por el Síndic de Greuges durante el último año. La institución ha constatado tres realidades preocupantes: la extrema situación de vulnerabilidad de las personas sin hogar, la creciente preocupación e incomodidad de la ciudadanía ante la transformación del espacio público y, finalmente, la dificultad para obtener "respuestas efectivas" por parte de las administraciones para combatir el fenómeno.

El sinhogarismo es una problemática cada vez más presente en las ciudades y es necesario un esfuerzo conjunto para dar respuesta"

En palabras de la propia síndica, "el sinhogarismo es una problemática cada vez más presente en las ciudades y es necesario un esfuerzo conjunto para dar respuesta". Esta afirmación subraya la urgencia de actuar de manera coordinada, superando la habitual fragmentación de competencias que a menudo lastra las políticas sociales. La reunión busca ser un punto de inflexión para pasar de la gestión de la emergencia a la planificación de soluciones estructurales.

Diagnóstico, compromiso y acción

La cumbre del 11 de diciembre se ha marcado tres objetivos fundamentales. En primer lugar, compartir un diagnóstico conjunto a partir de los datos más recientes para que todas las partes trabajen con una misma visión del problema. 

En segundo lugar, formalizar un compromiso colectivo para definir y desplegar actuaciones concretas tanto a escala local como metropolitana. Por último, se pretende constituir grupos de trabajo con representantes de las diferentes administraciones, que operarán bajo la dirección del Síndic de Greuges para elaborar, en un plazo breve, las bases de un acuerdo marco.

¿Es factible acabar con esta lacra?

Más allá de la gestión del problema, la pregunta que sobrevuela la cumbre es si realmente es posible acabar con el sinhogarismo. Desde entidades de referencia como la Fundació Arrels, que lleva décadas trabajando sobre el terreno, la respuesta es un sí rotundo. 

La organización defiende que, con las medidas y la voluntad política adecuadas, ninguna persona debería verse obligada a vivir en la calle. Su enfoque, basado en modelos de éxito internacional como el Housing First, propone proporcionar un hogar digno y estable como primer paso para la recuperación de la persona, y no como un objetivo final.

La situación en Barcelona y Cataluña es crítica. Según los últimos recuentos de las entidades sociales, más de 1.200 personas duermen cada noche en las calles solo en la capital catalana, una cifra que no ha dejado de aumentar. 

Desde la Fundació Arrels se insiste en que estas cifras son la punta del iceberg de un problema mucho más amplio de exclusión residencial. Por ello, consideran que la reunión impulsada por la síndica es una oportunidad histórica para que las administraciones asuman la vivienda como un derecho fundamental y no como una mercancía.

No se trata de gestionar la pobreza, sino de proporcionar derechos y un hogar"

Para las organizaciones del tercer sector, la clave reside en un cambio de paradigma. Desde la Fundació Arrels insisten en que "no se trata de gestionar la pobreza, sino de proporcionar derechos y un hogar". Este enfoque implica una inversión decidida en vivienda pública y políticas de prevención que eviten que las personas pierdan su casa en primer lugar.