Juan Manuel Rubio Moscoso nació en Granada el 18 de enero de 1.911. Su inquietud temprana le obligaría a mentir para obtener su primer trabajo, a espaldas de sus padres y contando 15 primaveras.

Habían llegado los años 20, la euforia y también la radio. Seducido por este revolucionario medio de comunicación comenzó a labrarse un alma inventora. Uniendo piezas y lámparas, como un juego entre compañeros, tratando de reproducir la magia de la telefonía sin hilos.

Hubo de emigrar para formalizar su carrera de ingeniero. En época de Manuel Azaña, la II República había ordenado la disolución en suelo español de la Compañía de Jesús, su colegio. Y, como él, 3.000 docentes y decenas de estudiantes marcharon a Bélgica e Italia a buscarse la vida. Rubio Moscoso se hizo con una de las 40 plazas, codiciadas por 300 aspirantes, para formarse durante cuatro años en la ciudad belga de Lieja.

Amante del estudio, de la Filosofía y la Teología. Tradicionalista confeso en sus comienzos. Dio forma a su pensamiento en las tertulias de Derecho, donde se codeó con el poeta, dramaturgo y prosista español, Federico García Lorca.

La suya es una vida salpicada de ilustres nombres y grandes historias. Con 25 años se movilizó como alferez provisional —llegaría a capitán— y, colgado el uniforme, asumió un puesto como secretario del compositor Manuel de Falla.

La relación de Rubio Moscoso con Castilla y León tiene un regusto dulce. Llegado el año 1.954 una empresa granadina decidió fundar Azucareras Castellanas. Fue, entonces, cuando desembarcó en Peñafiel para montar y ponerse al frente de la azucarera local, Azucarera Ebro. Su labor le valió la atención del régimen franquista, que le otorgó la Dirección de Fabricación de la planta de Acor en Valladolid.

Tal fue su relevancia en la industria azucarera que acabó asesorando a Sadam Husein y convenciéndole de las bondades que brindaría al Kurdistán apostar por este sector.

Quienes lo conocen afirman que únicamente su vista, ya cansada, le impide seguir ejecutando sus ideas de ingeniero. Su lucidez ha resistido por más de un siglo. Hoy Juan Manuel Rubio Moscoso cumple 108 años.