Monseñor Argüello apela a la solidaridad para ajustar los alquileres: “La caridad no es una limosnilla”
Cree que es hora de que se asumen responsabilidades y no se echen balones fuera

Monseñor Argüello apela a la solidaridad de los propietarios de viviendas para ajustar los alquileres a los más vulnerables
Valladolid - Publicado el
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“La caridad no es una limosnilla”. El presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, ha pedido hacer un ejercicio de solidaridad a quienes tienen viviendas en el mercado del alquiler, para que ajusten las rentas a las necesidades de las familias y no tanto a las del mercado. “La caridad es un desbordamiento de la justicia”. Una llamada para favorecer el acceso a una vivienda digna a los más necesitados con un dato sobre la mesa, más de la mitad de las familias con escasos recursos, destina el 30 por ciento de sus ingresos a acceder a una vivienda.
“Aunque los tasadores digan que en una zona el precio de alquiler de un piso es de 10 un propietario puede decidir alquilarlo en 7”, ha reflexionado. “Quizás el precio de la renta no tenga que venir marcado por las realidades especulativas del momento, sino podemos plantear otra manera de hacer”, comenta.
“La caridad no es una limosnilla”
Presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Valladolid
ASUMIR LA RESPONSABILIDAD
El portavoz de la Iglesia española cree que hay “otra manera y otra forma de hacer” y entiende que el problema del acceso a la vivienda es un problema que “desborda lo regulatorio”. “Vamos a combatir el mal a fuerza del bien”, ha recordado a quienes tienen la posibilidad de poner su vivienda en el mercado del alquiler. “Este es el llamamiento que hacemos”, por lo que entiende que los ciudadanos “nunca terminan de asumir su responsabilidad ciudadana y cristiana. Siempre echamos balones fuera diciendo que son otros los que tienen que solucionar los problemas”.
Palabras de Argüello en la presentación de los datos de la memoria de Cáritas Valladolid 2024 donde ha pedido que surja el “deber de amor” al prójimo. Los ciudadanos ante las administraciones públicas tienen derechos “y también deberes” y en el caso concreto de los cristianos, “un deber de amor”.