El salmantino José Antonio Sánchez, lleva ya un rato en pie cuando amanece. Sabe muy bien lo que es trabajar de sol a sol y nadie le tiene que explicar qué es eso de estar disponible 24/7.

Tiene 40 años y lleva dedicado a este oficio de manera profesional desde 2009. Aunque se formó y trabajó como ingeniero, siempre sintió más vocación por el campo. No en vano, ha crecido en un negocio familiar que se remonta a su tatarabuelo. Es la quinta generación de ganaderos y trabaja junto a su hermano por conseguir la excelencia genética de la raza Limusín.

Más de 300 animales a su cargo y el amor por la profesión, le llevan a sentirse afortunado por lo que considera un modo de vida. Sin embargo la ilusión queda tocada cuando ves que no cuadran las cuentas. Demasiados debes y pocos haberes. La Enfermedad Hemorrágica Epizoótica ya se ha cobrado la vida de 20 cabezas de ganado. Lo que supone entre 30 y 40.000 euros de pérdidas en tan sólo dos meses. Justo desde que el pasado mes de agosto, empezara a recoger vacas muertas en su explotación.

La incertidumbre y desesperación es mayor, si uno piensa en el desconocimiento que reina en torno a esta enfermedad.

José Antonio tiene dos hijos, un niño de 5 y una niña de 9 años. Montado en el tractor, ve caer el sol mientras siembra el forraje para el ganado. Mira al horizonte, pero él sólo ve a sus pequeños dentro de unos años dando continuidad a su obra y la de sus ancestros.