Una joven de León pide que no se haga botellón en las fiestas de los pueblos: "Las comisiones estamos ahogadas"
Lucía habla desde su experiencia de siete años organizando festejos en una localidad leonesa y señala a aquellas personas que después van a una discoteca y se gastan más dinero en copas
Lucía en el vídeo
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Lucía lleva siete años organizando las fiestas en una localidad leonesa y este verano ha decidido alzar la voz. Lo ha hecho a través de un vídeo publicado en su cuenta de TikTok, @luu_sia, que se ha viralizado rápidamente. En él lanza un mensaje claro: “No tienes que hacer botellón en las fiestas de un pueblo”, y reclama más implicación por parte de quienes disfrutan de esos días sin ser conscientes de todo el trabajo y esfuerzo que hay detrás.
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No habla desde el enfado, sino desde la experiencia. “Todos los años repito este vídeo”, empieza diciendo. Lucía reconoce que, como muchos jóvenes, cuando salía de fiesta siendo menor de edad también llevaba su botella con los amigos. “Tienes una economía reducida, oye, no pasa nada”, explica. Pero su crítica va más allá de esas situaciones justificadas: su preocupación está en quienes pueden permitirse consumir en la barra y no lo hacen. “Cuando tú vas a una discoteca te están cobrando el triple y no te están ofreciendo ningún otro tipo de servicio diferente”, recuerda.
A diferencia de una discoteca, las fiestas del pueblo implican contratar orquestas, montar escenarios, instalar barras y movilizar recursos que, en muchos casos, son gestionados por jóvenes voluntarios sin ningún tipo de compensación económica. “Trabajamos por la face”, confiesa Lucía. “Todo lo que ganamos lo destinamos al año siguiente”.
Fiestas populares sin ayudas públicas
El vídeo de Lucía es también una denuncia directa a la falta de apoyo institucional. Asegura que no reciben “ni un euro del ayuntamiento” y que todo el presupuesto proviene del trabajo que realizan las propias comisiones, del patrocinio de negocios locales y, en su mayoría, del dinero que entra por la barra del bar. “Un 80 % de los beneficios se sacan de la barra de la tasca”, explica.
Una verbena de pueblo en León
Este modelo de autofinanciación empieza a tambalearse por el auge del botellón, que ha llegado también a las fiestas rurales. Esa pérdida de ingresos pone en peligro la continuidad de la verbena, de las orquestas y de toda una tradición que muchas veces se da por sentada. “El hecho de no participar tomando una copa en la barra genera que el año siguiente quizás no puedan traer una orquesta, una discoteca móvil, o directamente… nada”, advierte Lucía.
Además, lamenta que, mientras en algunos pueblos con más recursos las barras se subastan, en muchos otros son gestionadas por jóvenes voluntarios. En su caso, ni se reparten beneficios ni se paga nada al equipo organizador. “Hay muchas comisiones de gente joven que directamente curra sin ganar ni un euro para que haya fiestas en el pueblo”.
El riesgo, como insiste Lucía, es que “se nos acaben las fiestas del pueblo”. Y cuando eso ocurra, avisa, será tarde para lamentos: “Los que las hemos destruido somos nosotros”.
conciencia y responsabilidad
En su vídeo, Lucía defiende la música en directo, la cultura popular y el ambiente de las verbenas, frente al modelo más comercial de ocio. Ella misma se declara “fanática número uno de las orquestas”, y cree que esa forma de celebrar debe ser protegida. “Nosotros queríamos apostar por la verbena de pueblo, la música en directo”, insiste.
Una orquesta cantando en un pueblo de León
La joven no impone, pero sí invita a reflexionar. Propone que, si alguien quiere beber, al menos consuma una copa en la barra antes de recurrir al botellón: “Aporta algo mínimo, porque al final, quieras o no, de eso dependen las fiestas”.
Su testimonio se suma al de otras personas que desde hace años alertan del abandono de las fiestas populares y del efecto que tiene el despoblamiento rural en la vida cultural de los pueblos. La reivindicación de Lucía conecta con campañas institucionales y sociales que buscan promover el consumo responsable en los eventos locales.
La joven organizadora lanza una llamada que va más allá del verano: concienciar, apoyar, y comprometerse con aquello que parece gratis, pero que cuesta mucho más de lo que parece. Porque si desaparecen las fiestas, desaparece también una parte del alma de los pueblos.