El milagro de Burgos: cómo la ciudad escapó al desastre del siglo sin una grieta

La ciudad castellana, abarrotada de fieles en el día de Todos los Santos, vivió hace 270 años un pánico generalizado al sentir los efectos del seísmo que arrasó la capital portuguesa

Gabriel Álvarez

Grabado alemán sobre el terremoto de Lisboa de 1755

Fidel López

Burgos - Publicado el

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Este sábado 1 de noviembre se cumplen 270 años de un suceso que ha quedado grabado en la memoria de Burgos. En la mañana de aquel día de Todos los Santos de 1755, hacia las diez, un fuerte temblor sacudió la ciudad, un fenómeno insólito en la meseta castellana. Los edificios se mecieron y el pánico se apoderó de los burgaleses.

Al ser día festivo, los templos se encontraban repletos de fieles que celebraban la misa solemne. Al sentir cómo la tierra vibraba, el miedo provocó una estampida generalizada hacia las puertas de las iglesias, lo que obligó a suspender los oficios en la mayoría de ellas. Afortunadamente, y casi de forma milagrosa, no se registraron víctimas ni daños materiales de consideración; ningún edificio se derrumbó.

La sombra de Lisboa

En los días posteriores, comenzaron a llegar las noticias que aclaraban lo sucedido. El seísmo se había sentido en numerosas regiones de España, especialmente en las más cercanas a Portugal. Pronto se supo la verdad: lo que Burgos vivió no fue más que una réplica del terrible terremoto de Lisboa, que había destruido gran parte de la capital lusa y causado miles de víctimas.

Ilustración sobre el Terremoto de Lisboa de 1755

Una ciudad agradecida

Conscientes de la tragedia que se había evitado, los burgaleses consideraron que haberse librado del desastre fue un auténtico milagro. En señal de agradecimiento, el arzobispo ordenó que el domingo 9 de noviembre repicaran las campanas y se entonara un Te Deum en todas las parroquias de la ciudad.

Un mes más tarde, el 1 de diciembre, la Catedral de Burgos acogió una ceremonia solemne en la que se expuso el Santísimo. Además, se colocó en un altar especial a la Virgen de Oca, y el Ayuntamiento asistió en pleno al acto. De forma simultánea, se celebraron misas cantadas en el resto de iglesias.

La procesión del milagro

Esa misma tarde, a las tres, una gran procesión encabezada por la imagen de la Virgen de Oca partió de la seo burgalesa. El cortejo recorrió las calles de la ciudad hasta llegar al convento de San Agustín, donde se veneraba la célebre talla del Cristo de Burgos. En la procesión participaron desde niños de doctrina y estudiantes hasta religiosos, autoridades y el propio alcalde mayor.

Archivo Municipal de Burgos

Rogativa por victoria en Cuba con imagen de la Virgen de Nuestra Señora de Oca 04/05/1898 (Fondo Cortés)

Tras realizarse las oraciones pertinentes frente al Cristo, la procesión regresó a la catedral, poniendo fin a una jornada de devoción y gratitud. Años después, el 31 de marzo de 1761, Burgos volvió a sentir un nuevo temblor de tierra, aunque, al igual que el anterior, no ocasionó daños ni desgracias personales.

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