El próximo 1 de junio arranca en Cantabria la campaña de salvamento y socorrismo en las playas. Una campaña cuya novedad fundamental va a ser la disponibilidad en todas las playas que cuenten con puesto de socorrista de un desfibrilador. Además de esta herramienta, el dispositivo se compondrá 21 embarcaciones, 12 ambulancias a pie de playa y 200 socorristas, que a su vez contarán con los terminales necesarios para transmitir al Servicio de Emergencias 112 las incidencias y solicitar el apoyo de los medios del Gobierno, como el helicóptero o los parques de bomberos.
El importe que el Ejecutivo Regional va a destinar este año a velar por la seguridad en los arenales asciende a 600.000 euros, lo que supone un aumento de un 10% con respecto al ejercicio. Dinero que se repartirá entre los 17 ayuntamientos litorales de la región en función del esfuerzo en medios personales y materiales realizado por cada entidad local, siendo Santander el que mayor aportación recibirá con 83.631 euros, un 15% más que en 2020.

Además de trabajar para garantizar la atención temprana, la campaña de este año también se centra en la prevención. Así, antes de entrar a las playas los ciudadanos recibirán información preventiva a través de unos paneles informativos unificados en todos los municipios, y los puestos de socorro deberán estar perfectamente localizados e indicarán el horario el horario de presencia de los socorristas.
Los bañistas también obtendrán información sobre el estado del mar por medio de las habituales banderas (roja, amarilla y verde), cuyo tamaño se ha modificado para mejorar su visibilidad. Por otro lado, se deberán limitar claramente las zonas reservadas al baño y las áreas habilitadas para deportes náuticos como el surf, con el fin de evitar accidentes.
Otra de las novedades, es la fijación de un calendario perpetuo para que, con independencia del periodo de vigilancia en las playas, en este caso del 1 de junio al 30 de septiembre, ninguna de ellas se quede sin servicio en días inmediatos a esas fechas que caigan en fin de semana.
A todo ello se unen las medidas de seguridad establecidas como consecuencia de la pandemia, como las cámaras de vigilancia o controles de aforo que se instalaron el año pasado o el uso obligatorio de la mascarilla excepto para el baño, hacer deporte o tomar el sol, siempre y cuando exista distancia de seguridad.