Una vecina de Telde debe pagar 70.000 euros por la derrama de su vivienda

Julia Martel, propietaria de una vivienda en la urbanización de Las Salinas en La Garita, Telde, libra un drama silencioso que no solo le afecta a ella, pero es la más perjudicada de un edificio de casi 100 vecinos. Por Herrera en COPE Gran Canaria, contó su inverosímil historia narrando que el estado de su vivienda no solo afecta a su economía, sino también a su estabilidad emocional y familiar: debe afrontar una derrama de 70.000 euros para poder salvar su hogar.

"Mi casa era la más afectada. Desde 2014, pedí que la valoraran varios arquitectos porque literalmente se estaba cayendo". Según cuenta, una arquitecta incluso llegó a decirle que ella tendría miedo de vivir allí y no exageraba, grietas, humedades y el deterioro estructural del bloque hicieron que su techo amenazara con desplomarse: "vivía con la incertidumbre de que se me viniera encima", recuerda que incluso su hija enferma ni siquiera puedo cuidarla por miedo a tener un percance: "solo utilizaba el 3 % de mi casa porque era inhabitable".

debe pagar 10.000 euros cada tres meses

La solución llegó, pero tarde y muy cara, tras años de reclamaciones y advertencias ignoradas por la junta directiva de la comunidad a la que acusa de "falta de diálogo y movimientos oscuros", la obras de refuerzo por fin comenzaron: "ahora sí tengo la casa bien, pero me está costando dinero", se lamenta. Las obras de refuerzo comenzaron, el edificio fue apuntalado por fuera y por dentro y el riesgo de derrumbe se disipó.

Una vecina de Telde debe pagar 70.000 euros por la derrama de su vivienda

Julia Martel

Julia se enfrenta a hora al pago fraccionado de esos 70.000 euros, pagando 10.000 euros cada tres meses: "yo puedo asumirlo con mucho esfuerzo, pero hay vecinos que no pueden hacer tal desembolso". Julia pide "tiempo y comprensión" advirtiendo que "nadie se niega a pagar", pero también pide que se mire la situación de cada uno.

Muchos vecinos han tenido que vender sus pisos

El drama es colectivo, aunque algunos han preferido no afrontar la derrama porque es inasumible. Julia describe que algunos vecinos "han tenido que vender sus pisos". No han tenido problemas porque la zona "es muy apetecible para el alquiler vacacional". El deterioro, el miedo y el coste han convertido a Las Salinas es un espacio muy codiciado por inversores, pero la situación vivida es muy preocupante.

"Gracias a Dios todo ya paso, pero nos dijeron incluso que tendríamos que pagar el derribo y la recogida de escombros". Afortunadamente dieron con un arquitecto que los comprendió, los entendió e hizo todo lo posible porque pudieran salvar sus viviendas.