Cuando llega el otoño llega una de las estampas más típicas, coloridas y bucólicas de esta estación como es la caída de la hoja, una estación que a muchas personas les supone un cambio en los biorritmos, e incluso en el ánimo, por el contrario, a otras les tranquiliza después del verano, que suele ser más ajetreado y movido.

Caminos y sendas totalmente cubiertos por hojas de color amarillo, pardo, rojizo, forman un mosáico habitual en el entorno de bosques, jardines y parques dejando a los árboles desnudos de su manto habitual. Pero ¿porqué se caen las hojas de los árboles en esta época del año?, pues la respuesta tiene que ver con la fotosíntesis, las plantas utilizan la energía del Sol para el proceso de la fotosíntesis, mediante el cual fabrican la clorofila, ese pigmento que les da el característico color verde y con el que fabrican sus alimentos para poder llevar a cabo sus funciones vitales. Con todo, en otoño e invierno hay menos horas de luz solar y los árboles no pueden llevar a cabo este proceso. Se para la producción de clorofila, las hojas se vuelven amarillas para terminar desprendiéndose de las ramas por falta de nutrientes, el resto lo hacen el viento y la lluvia. De esta manera, los árboles se quedan en estado latente hasta la primavera.

Uno de los árboles que, sin duda, más espectacularidad presenta en esta época es el abedul. Es, sin duda, todo un espectáculo por los tonos que adquiere su follaje, que van del amarillo al marrón. No le va a la zaja el avellano con sus tonos cobrizos, sin duda una de los árboles más bonitos. Con estos colores contrasta el roble, un árbol majestuoso con sus hojas púrpura y rojizas. Es sin duda una buena época para salir a pasear o perderse por los bosques asturianos y deleitar la vista con este colorido.