Había sonado el final del partido. Todavía Mateo Arellano celebraba su acción salvadora del empate sobre la línea del gol. A 40 metros, Javi Fuego comenzaba a abrazar a los miembros del banquillo. Solo era una clasificación contra un Segunda B, pero en el vestuario saben que la situación, al menos, requería una pequeña celebración. Un gesto de unión. Una pequeña alegría para el vestuario, que intenta esquivar su semana más difícil.

A la espera del regreso de los jugadores positivos, y de superar las posibles rencillas por lo ocurrido durante las vacaciones, los que siguen en Mareo aúnan esfuerzos para sobrevivir al aluvión de las bajas y salir airosos de la grave crisis extradeportiva. De momento lo están consiguiendo: un merecido empate en Lugo y una trabajada victoria en Amorebieta. El Sporting, sexto en LaLiga, seguirá siendo protagonista en la Copa contra un Primera.

El abrazo de capitán de Javi Fuego con Babin y Marc Valiente, entre otros, cerca del vestuario, se escuchó en la grada. Solo se había ganado en un humilde campo de la Segunda División B, pero el significado de la celebración tiene más explicación dentro, donde el grupo se hace fuerte pese a la complejidad del momento.