La nueva vida de Marifé Torres: de vivir en la calle a crear una empresa que da esperanza en Zaragoza

La historia de superación de una mujer que, tras vivir en la calle, hoy da trabajo y esperanza a quienes sufren la exclusión social en la capital aragonesa

Marta LópezLaura Hernández

Zaragoza - Publicado el - Actualizado

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Su nombre es Marifé Torres y su historia es la de una superviviente que ha transformado el dolor en un motor de cambio. Tras perder su trabajo, sus ahorros y su casa, acabó viviendo en la calle y pasando la pandemia en el Albergue Municipal de Zaragoza. Lejos de rendirse, de esa experiencia límite nació la asociación Gambaru, un proyecto que hoy preside y que ofrece una segunda oportunidad a personas que, como ella, han conocido la cara más dura de la exclusión social.

El camino hacia la calle no fue repentino. Marifé tenía un trabajo estable hasta que un cambio en la empresa priorizó la contratación de personal más joven. "Cogieron gente más joven por edad", explica. A partir de ahí, comenzó una espiral descendente: "Vas tirando de tus ahorros pero cumples otro año, es más difícil, eres mujer mayor, la cosa se puso complicada". El estigma y la soledad no tardaron en aparecer. "Te buscas una soledad porque te da vergüenza que lo sepan tus amigos, ellos creían que me había muerto con la pandemia", confiesa.

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Imagen del último recuento de personas sin hogar por parte de Cruz Roja en Zaragoza

Lo peor, para ella, fue el peso psicológico. "La vergüenza, para mí, la vergüenza, el creer que me había fallado a mí y que había fallado a la gente que me rodeaba", recuerda sobre su etapa más difícil. Salir de esa situación requirió una doble palanca: la fortaleza interna y el apoyo externo. Torres subraya la importancia de la propia mente para no quedarse estancado, combinado con las herramientas que le ofrecieron entidades como Cáritas y Cruz Roja. "Entre tu fuerza y las herramientas que ellos te dan, pues se consigue salir adelante", afirma con convicción.

Lo peor fue la vergüenza, creer que me había fallado a mí y a la gente que me rodeaba"

Marifé Torres

Presidenta de la Asociación Gambaru

Gambaru: autogestión para una segunda oportunidad

Ahora, desde una perspectiva diferente pero sin olvidar su pasado, lidera Gambaru, una palabra japonesa que define como "ser cabezota hasta llegar a tu meta". La asociación está formada íntegramente por personas que han vivido o viven en situación de vulnerabilidad. "Nosotros tenemos un momento que decimos, queremos salir. Como yo lo tuve, lo que intento transmitir todos mis compañeros y compañeras es que esa mano somos nosotros", explica. Su modelo de negocio se basa en la autogestión a través de caterings sociales, pequeños servicios de restauración para eventos y jornadas que les permiten obtener un sueldo y no depender exclusivamente de subvenciones. Torres, que da clases de cocina, ha encontrado en la gastronomía una vía para la reinserción.

El sinhogarismo en Zaragoza, en cifras

La historia de Marifé es un rostro dentro de una realidad mucho más amplia y preocupante. Según datos de Cruz Roja, en lo que va de año la organización ha atendido a 669 personas que viven en la calle en Zaragoza, una cifra que refleja un problema social creciente. Para obtener una radiografía precisa, el Ayuntamiento de Zaragoza y la propia Cruz Roja realizarán un recuento exhaustivo la noche del próximo 26 de noviembre. A las personas que duermen al raso se suman entre 120 y 150 que residen en asentamientos chabolistas y medio centenar que pernocta bajo los puentes de la ciudad.

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El albergue municipal está preparado para el frío

Elisa Torres, responsable del área de Salud de Cruz Roja, confirma que el fenómeno es cada vez más diverso. La organización ha detectado tres perfiles principales: personas en situación de calle crónica, a menudo con adicciones o problemas de salud mental; jóvenes de origen subsahariano en situación administrativa irregular; y un creciente número de "trabajadores vulnerables". Este último grupo, según Torres, lo componen personas que, a pesar de tener un empleo, no pueden cubrir sus necesidades básicas debido al alto coste de la vida, especialmente el acceso a la vivienda, con habitaciones que superan los 300 euros.

Hay trabajadores vulnerables que no pueden cubrir sus necesidades  básicas"

Elisa Torres

Responsable del área de Salud de Cruz Roja

La situación es aún más peligrosa para las mujeres. Marifé Torres lo expone con una crudeza que nace de la experiencia: "Un hombre tiene miedo a que le peguen una paliza, a que le roben, pero una mujer tiene miedo a eso y a que la violen". Este testimonio pone de manifiesto la doble vulnerabilidad que enfrentan las mujeres sin hogar, un tema que se ha abordado en jornadas específicas como la celebrada en la Parroquia del Carmen de Zaragoza. La inseguridad es constante, incluso por parte de compañeros de calle que pueden sufrir episodios derivados de problemas de salud mental.

Un hombre tiene miedo a que le peguen una paliza, a que le roben, pero una mujer tiene miedo a eso y a que la violen"

Marifé Torres

Presidenta de la Asociación Gambaru

Plan de frío: 65 plazas extra para el invierno

Para hacer frente a las bajas temperaturas, el Ayuntamiento de Zaragoza ha activado su plan especial de frío. El dispositivo arranca con 40 plazas adicionales en pabellones de emergencias climáticas, a las que se sumarán en los próximos días otras 25 en un nuevo piso temporal gestionado por Cruz Roja. Este refuerzo de 65 plazas se añade a las 120 ya existentes en el Albergue Municipal, cuya capacidad ordinaria se ampliará hasta las 175 plazas una vez concluya su reforma integral a final de año. La consejera de Políticas Sociales, Marian Orós, ha destacado el "enorme esfuerzo" del consistorio "sin el apoyo del Gobierno central".

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Interior del albergue municipal de Zaragoza

Además, el Área de Políticas Sociales cuenta con una red de 65 viviendas tuteladas con 189 plazas y ha habilitado recientemente 20 plazas en cuatro pisos para jóvenes migrantes sin hogar. En caso de activarse el protocolo de frío extremo, con temperaturas bajo cero, el albergue flexibiliza sus normas para permitir el acceso durante las 24 horas y mantiene abiertos servicios básicos como duchas, comidas y café caliente para cualquier persona que lo necesite, esté o no alojada en el centro.

A pesar de las dificultades para acceder al mercado inmobiliario, que Elisa Torres califica como un "hándicap" por la falta de nóminas solventes o fianzas, la voluntad de salir adelante es mayoritaria. "Un porcentaje muy elevado, pues todo el mundo queremos tener un techo, un hogar donde estar, y claro que quieren salir", señala. En ese difícil camino, iniciativas como Gambaru, nacidas de la propia experiencia de la exclusión, se erigen como un faro de esperanza, demostrando que con "cabezonería", apoyo mutuo y una oportunidad, es posible reescribir un futuro.

Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.