Once jornadas de liga ha tardado en saltar por los aires el nuevo disparate de Haro y Catalán al frente del Real Betis. Porque, por el momento, los dos mandamases del equipo verdiblanco cuentan sus proyectos, salvo la contada excepción de la convivencia con Serra, por decepciones demoledoras. La última, la firmar otra vez tres años a un entrenador que acaba de sellar el dato de una sola victoria en seis partidos del campeonato doméstico y la de darle las llaves del club a un director deportivo que se ha dedicado hasta ahora al 'trabajo invisible' y menospreciar a los periodistas que le han cuestionado su escasa aportación en el mercado de fichajes. Los cuatro años de Cordón y los tres de Manuel Pellegrini hipotecarían al club, otra vez, en el caso de tener que dar un giro de timón al frente del barco (más de 10 millones de euros en indemnizaciones), lo que ejemplifica en una nueva ocasión la falta de talento y experiencia de los directivos en los bandazos que van dando mientras mal manejan la entidad.

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— Real Betis Balompié ���� (@RealBetis) November 30, 2020

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No es de extrañar en esta tesitura que el bético haya explotado en redes sociales, que la gente haya puesto el grito en el cielo y que el convencimiento de que el equipo se pueda ir a Segunda sea cada vez más extendido.

LA OPOSICIÓN, NI CONFIRMA NI DESMIENTE

Mientras el socio asiste descorazonado al hundimiento del club, nadie de los máximos accionistas quiere señalarse, coger el toro por los cuernos, remangarse y presentar una alternativa a los actuales rectores. El miedo, la falta de arrojo, la comodidad de vivir en el ostracismo pueden más que el amor al Betis. Por mucho que haya rumores de una posible alineación de los paquetes accionariales de Béticos por el Villamarín, de Joaquín Caro Ledesma, del propio ex directivo Manolo Castaño con la figura de Serra Ferrer como estandarte, la verdad es que a la hora de la verdad nadie tiene el valor de afrontar su destino. esta actitud perpetúa en el cargo a un Haro y a un Catalán que son especialistas en controlar al pequeño accionista, a las peñas, a los paquetes perdidos y que manejan la Junta de Accionistas a sus anchas. En eso son los mejores. Ante este panorama, el Real Betis queda otra vez en manos del socio. Solo un aluvión social podría dar el giro al reloj de vida verdiblanco, pero esto también parece un imposible teniendo en cuenta que la afición está más que adormecida hace mucho tiempo.