OPINIÓN

Ad Libitum con Javier Pereda. Hoy: Medjugorje

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La pronunciación correcta de esta población de Bosnia y Herzegovina de cuatro mil habitantes es “méyugorie”. La persecución religiosa comenzó en el s. XV, durante cuatro siglos de dominio otomano; después de la Segunda Guerra Mundial continuó —con el dictador comunista Tito— en la República Federal Socialista de Yugoslavia, formada por Croacia, Serbia, Montenegro, Eslovenia y Macedonia. Desde hace cuarenta años ha alcanzado notoriedad mundial, porque la Virgen María (“La Gospa” en croata) se aparecía a unos videntes adolescentes. Este recóndito enclave se ha convertido en un centro de peregrinaciones marianas; algunos acuden por la novedad y otros por la fe. Todo comenzó un 24 de junio de 1981 con la primera aparición de la Virgen, a la que seguirían otras muchas. Este fue el primer mensaje de la “Reina de la Paz” a Marija Paulovic: “Paz, paz, paz”. La Virgen irradia amor en su mirada, belleza y alegría, describe Jakov Kolo; porque como le reveló: “Soy bella porque amo; amad y también seréis bellos”. Como hacía dos meses que había fallecido la madre de Ivanka Ivankovic, le preguntó por ella: “Tu mamá está conmigo en el Cielo”.

Ivan Dragicevic destaca la hermosura de la Madre de Dios y el asombro al aparecérsele. Para cerciorarse de que era la Virgen, Vicka Ivankovic le roció agua bendita exclamando: si eres del diablo vete, y si no, quédate; el agua resbaló sobre su manto. Todos los 18 de marzo Mirjana Dragicevic tiene una aparición; conoce los diez secretos y explica que la Virgen aconseja que veamos a Jesús en cada persona. Resume así las enseñanzas de Medjugorje: oración (Rosario diario), Sagrada Escritura (meditación de un pasaje diario), confesión (al menos una vez al mes), ayuno (miércoles y viernes a pan y agua) y la Santa Misa (si es diaria, mejor). Entre los videntes existen muchas coincidencias con los tres pastorcitos de Fátima, con Bernadette Soubirous en Lourdes o con las cuatro niñas de Garabandal: la incomprensión de las autoridades, el natural escepticismo social e incluso las dudas de algunos eclesiásticos. El Vaticano no se ha pronunciado oficialmente de momento, a la vez que autoriza las peregrinaciones. Pero lo que resulta llamativo son las continuas conversiones. Es el caso de la psiquiatra atea, Darinka Glamuzina, a quien el gobierno comunista le mandó investigar a los seis videntes; informó que eran niños normales y que sus respuestas eran coherentes. Relata cómo en una aparición los videntes prorrumpieron al unísono: “aquí está”, a la vez que se hincaban de rodillas, pues veían algo que era auténtico. A través de Vicka mantuvo un diálogo con la Señora: “Me aparezco aquí porque hay una fe muy fuerte”.

La doctora pidió si le podía tocar; alargó el brazo y algo ocurrió que cambió su vida. Para la actual mentalidad nihilista todo esto puede parecer increíble; es más, tengo que reconocer mi inclinación a valorar lo extraordinario en lo ordinario. Pero con el estreno en Jaén, en Multicines La Loma, de “Medjugorje, la película”, dirigida por Jesús García y Borja Martínez-Echevarría, mi percepción sobre este fenómeno ha despertado un vivo interés. El metraje de 120 minutos desarrolla la red invisible tejida por la Virgen María, con emocionantes testimonios de conversiones. Como la del propio director de la película, a quien su periódico encarga realizar un casual reportaje. Su acompañante, Gonzalo Moreno, se encontró en el Santuario de Torreciudad (Huesca) con el sacerdote de su colegio, que le llenó de esperanza y de anhelos de misericordia; luego, en las proximidades del mar Adriático, a raíz del retiro con el Padre Jozo Zovko, experimenta una profunda conversión que culmina con una confesión contrita; ahora es sacerdote. Desde el otro lado del Atlántico, los uruguayos Veronique y su marido Nando, jugador de rugby y superviviente del accidente de avión en los Andes en 1972, cuentan lo que supuso peregrinar a Medjugorje.

Al igual que la abogada Natalia, que tenía todo: un gran chalet, un gran coche, un gran sueldo, pero estaba vacía. La conmovedora conversión de Ernesto, mediante el ejemplo y la oración de su mujer Beatriz. Nikola Dukic abandona las drogas para formar una familia cristiana. La conversa María Vallejo Nájera destaca la adoración eucarística; y Tamara Falcó hace patente la búsqueda de la santidad en medio del mundo. A Medjugorje se le conoce por sus frutos.

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