¿Qué pasa si usas una crema solar caducada? Los errores más comunes que ponen en riesgo tu piel en verano

La dermatóloga Carmen Vázquez aclara por qué reutilizar protectores solares vencidos puede ser más peligroso de lo que parece, y ofrece claves para una protección eficaz frente al sol.

Mujer aplicándose crema protectora
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Elías Luis Grao

Entrevista a Carmen Vázquez, dermatóloga

Elías Luis Grao

Huelva - Publicado el

4 min lectura

¿Qué pasa si la crema solar que tenemos en casa está caducada? Es una pregunta habitual cuando el verano comienza y buscamos el protector olvidado en el fondo de un cajón. Según explica la dermatóloga Carmen Vázquez, lo mejor es evitar usar protectores solares caducados: “Es mejor eso que nada, pero no garantiza una buena protección”, advierte.

Según los expertos, el cáncer de piel supone entre un 5 y un 10% de todos los cánceres y su incidencia va en aumento. Cada año ésta crece entre un 3 y 8%, como apunta Vázquez a COPE.

La especialista recuerda que los protectores solares, como otros cosméticos, deben cumplir una normativa europea que establece su caducidad. “En general duran dos o tres años sin abrir, pero lo más importante es fijarse en el símbolo del envase que indica cuántos meses puede usarse después de abierto”, aclara. Este símbolo —una pequeña tapa abierta con un número seguido de la letra M— suele señalar “12M”, lo que indica que el producto debe desecharse 12 meses después de abierto.

El riesgo de usar un protector vencido no es solo la ineficacia frente a los rayos ultravioleta. Vázquez señala que puede generar una “falsa sensación de seguridad” y exponer la piel a quemaduras o incluso provocar dermatitis irritativa. A veces estos productos caducados muestran signos visibles como cambio de color, textura grumosa u olor a rancio, pero otras veces el deterioro no es perceptible. Por eso, la recomendación es clara: anotar la fecha de apertura y conservar el envase lejos del calor y la luz directa.

La protección solar comienza mucho antes de ir a la playa

Más allá de la fecha de caducidad, Carmen Vázquez insiste en que el mayor error es pensar que la crema solar solo se necesita en verano. “Debemos usar protección solar todo el año”, asegura. Y lanza una advertencia directa: tener el bote en el baño no sirve de nada si no se aplica correctamente.

El mejor protector, dice, es el que la persona se pone con frecuencia y en cantidad adecuada. Hoy en día existe una amplia oferta con texturas ligeras y fórmulas específicas: para pieles grasas, con tendencia a manchas, o incluso diseñadas para prevenir el cáncer de piel en personas con factores de riesgo.

Lo importante, subraya, es que sea un protector de amplio espectro, con un mínimo de 30 para cualquier tipo de piel. “Nosotros casi siempre recomendamos el 50, porque la mayoría de las personas no reaplica cada 2 o 3 horas como se debe”, añade.

Recomendaciones básicas durante el verano

Aplicar crema cada dos horas es una regla básica, pero hay un momento en que debe aplicarse con aún más frecuencia: después del baño. Aunque muchas fórmulas se etiquetan como resistentes al agua, Vázquez recomienda reaplicar tras cada inmersión, sobre todo en niños, porque el sol también penetra en el agua y la exposición prolongada aumenta los riesgos.

Además, no todas las horas son iguales bajo el sol. “Hay que evitar la exposición directa de 12 a 5 de la tarde”, aconseja la dermatóloga. Esa franja horaria concentra la mayor intensidad de radiación ultravioleta, y ni siquiera las mejores cremas protegen por completo. De hecho, Vázquez recuerda que se retiró el término “pantalla total” de las etiquetas por dar una falsa sensación de protección absoluta.

El uso de accesorios físicos es fundamental: gorros (mejor que gorras, porque cubren también las orejas), gafas de sol homologadas y ropa adecuada. “Cuanto más oscura y ajustada, mejor protege”, explica. Y en cuanto a zonas olvidadas como las orejas, la nuca o el cuero cabelludo en personas con poco pelo, insiste en no descuidarlas.

Educar desde la infancia: el gran reto

La campaña Euromelanoma de este año se enfoca en la protección infantil, y con razón: “La radiación acumulada en la infancia representa el 50% de toda la que recibiremos a lo largo de la vida”, afirma Vázquez. Esa exposición temprana puede marcar un antes y un después en la salud dermatológica futura.

Por eso, insiste en la necesidad de enseñar a los más pequeños a protegerse: aplicarse crema, evitar el sol en horas punta y usar sombreros o camisetas. “La piel tiene memoria, y los hábitos que se aprenden en la infancia pueden salvar vidas”, concluye.

El protector solar es más que un producto cosmético: es una herramienta de prevención. Revisar su caducidad, aplicarlo correctamente, y combinarlo con otras medidas de protección puede evitar graves consecuencias. Como recuerda la doctora Carmen Vázquez, el sol es vida, pero también puede ser una amenaza silenciosa si no sabemos convivir con él de forma responsable.

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