La soledad dispara la ansiedad y la depresión: un estudio revela la 'factura mental' de la pandemia en los mayores
Una investigación de la Universidad de Granada revela cómo el aislamiento durante la crisis sanitaria intensificó el malestar psicológico de los mayores que viven solos

Un estudio de la UGR revela que la soledad agravó los problemas de salud mental de las personas mayores durante la pandemia
Granada - Publicado el
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La pandemia de COVID-19 ha pasado una "factura mental" a las personas mayores que viven solas, agravando los síntomas de ansiedad y depresión debido al estado de soledad y al escaso contacto social. Esta es la principal conclusión de un estudio cualitativo realizado por investigadores de la Universidad de Granada (UGR), publicado en la Revista Española de Investigaciones Sociológicas.
El trabajo, que ha analizado en profundidad las experiencias de 102 mayores andaluces, describe un fuerte impacto emocional desde la fase inicial de la pandemia. El confinamiento estricto y la imposibilidad de relacionarse cara a cara sumieron a muchos entrevistados en estados de nerviosismo y ataques de ansiedad que requirieron atención médica.
Miedo, ansiedad y desinformación
Uno de los factores clave de esta ansiedad persistente fue el miedo a infectarse de COVID-19, lo que provocó alteraciones del sueño y que muchos limitaran al máximo sus salidas. La exposición continua a los medios, con cifras de fallecidos e imágenes de hospitales, generó una sensación de incertidumbre y desolación.
El déficit de apoyo emocional
La investigación subraya un "déficit de apoyo emocional" crítico, ya que la comunicación virtual resultó insuficiente para cubrir las necesidades afectivas. Situaciones como recibir las compras sin poder abrazar a los familiares causaron una profunda pena y tristeza por los encuentros imposibles.
Apatía y pensamientos suicidas
Junto a la ansiedad, se identificó una sintomatología depresiva generalizada por la quiebra de las rutinas diarias. La falta de compañía hizo que el ánimo de muchos se "viniera abajo", traduciéndose en una profunda apatía y pérdida de ilusión por actividades que antes disfrutaban.
El estudio alerta de que casos de depresión preexistente se vieron agravados por el contexto. Algunos entrevistados, con o sin diagnóstico, confesaron tener "pocas ganas de vivir" e incluso mostraron pensamientos suicidas agudizados por el aislamiento y las dificultades de acceso a la atención sanitaria.
Como conclusión, la investigación establece que la soledad hace más frágiles a las personas mayores y tiene un efecto de concurrencia con los problemas de salud mental. Los autores advierten de la necesidad de diseñar políticas públicas para mejorar su calidad de vida y bienestar emocional.
Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.



