En 1938 fue la penúltima vez que no se convocó la procesión de Virgen de las Angustias. Entonces motivos bélicos desaconsejaron la salida del cortejo. En 2020 ha sido la pandemia la responsable de que se repita la situación. Los historiadores citan al menos una decena de ocasiones en las que durante los más de cuatro siglos de vida de la hermandad, se han vivido circunstancias similares.

Procesión actualmente patronal y antaño con carácter de penitencia, pero siempre con el fervor mariano de los granadinos como nota característica. Desde finales del XIX la fecha de salida se ha situado en septiembre, hasta encontrar un lugar concreto en el calendario, coincidiendo con el último domingo de este mes.

En el crucero

La ausencia de procesión no ha restado emotividad a la jornada. La Virgen se situó, al comienzo de este domingo, en un lado el crucero del altar mayor de su Basílica, como si estuviera esperando su salida. Aparecía sobre su trono y con todo el ajuar habitual para este día, como el manto que le donó el pueblo de Granada en 1989 y bordaron las Adoratrices, considerado una de las joyas del arte del bordado universal, confeccionado en terciopelo negro bordado en hilos de oro y sedas.

Hubo un detalle del engalanamiento de la Virgen que sí fue no habitual. La presencia, entre la variedad de doce flores distintas que adornaban su trono, de algunas de color morado, en alusión a los tiempos de pandemia. No hubo en esta ocasión nardos, que es una de las especies vegatales más usuales en esta composición, debido a que hubo dificultades logísticas para disponer de estas plantas. Álvaro Abril fue el encargado de realizar este adorno.

Desde que a las 5,30 h. de la mañana se abrieron las puertas del templo, se organizaron colas de devotos que asistían a venerar a la Patrona. Protección Civil se encargó, durante todo el día de colaborar en la organización de esta singular peregrinación. En el horario matinal se celebraron siete misas. A las 14 h. se cerraban las puertas y la Virgen era trasladada por sus caballeros horquilleros a un nuevo espacio.

Por primera vez ante el altar mayor

Eran las 18 h. cuando se volvió a abrir la Basílica. Por primera vez, al menos en la historia reciente, la representación de la piedad de María a la que los granadinos llaman Angustias, se situó delante del altar mayor. Era una escena insólita. Aparecía escoltada por algunos de los enseres más significativos que suelen figurar en la procesión. Allí estaban la umbela y el tintináculo, elementos distintivos de los cortejos que tiene su origen en una basílica, y distintos estandartes de la hermandad como el corporativo, el de las hermanas cofrades o el sacramental.

Al igual que sucedió durante la mañana, fue incesante la visita de granadinos que se postraban a los pies de su Patrona. Se vivieron escenas de profunda emoción que se reflejaban en los rostros de quienes fijaban su atención en la Virgen, conscientes de las circunstancias históricas que se vivían.

Un emotivo himno

Hasta las 21,30 h. estuvo abierta la iglesia. A esta hora se cerraban sus puertas y se invitó a pasar al interior a los miembros de Protección Civil que había participado en el operativo. Los hermanos que también estaban a esa era en el turno establecido para la organización de los actos, igualmente se situaron junto al trono de las Angustias.

D. Blas Bordo, consiliario de la corporación patronal y consiliario de la hermandad, dirigió una oración a Virgen y posteriormente se entonó a capella su himno. Fueron momento de gran fervor. La Patrona de Granada fue traslada hasta un lateral del crucero, donde permanecerá hasta el próximo martes, cuando después del cierre de la Basílica se procederá a llevarla hasta su camarín.

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