El desconocido origen de la pintura del cartel del Centenario de la Federación

Manuel Alejandro Amador ha sido el autor del programa iconográfico y teológico recogido en esta obra de arte

Detalle del cartel del Centenario de la Federación alusivo al Martes Santo

Federación de Cofradías

Detalle del cartel del Centenario de la Federación alusivo al Martes Santo

Jorge de la Chica

Granada - Publicado el

4 min lectura

El cartel del Centenario de la Federación de Cofradías ha sido valorado muy positivamente. La calidad técnica de la obra de Juan Díaz Losada y el concepto desarrollado para que estén representadas las treinta y dos cofradías de penitencia de Granada son parte del éxito de este trabajo. Sin embargo, pocos conocen el origen de esta obra de arte.

 Hace cuatro años  

Habría que remontarse cuatro años atrás para encontrar la génesis de esta creación, que fue fruto de la imaginación del Comisario del Centenario de la Federación, Manuel Alejandro Amador Moya, durante una charla cofrade en el domicilio de María José Machado Sánchez, que entonces formaba parte de la Junta de gobierno de la Federación de Cofradías, y su marido. Se plantearon los contertulios cómo representar a todas las hermandades de penitencia de Granada en un cartel y fue cuando surgió la idea de hacerlo con otros tantos ángeles, portando cada uno un atributo que hiciera alusión a la corporación que simbolizaban.

Esta idea quedó en solo una de las “locuras” cofrades que surgen en muchas de las tertulias que tienen como objetivo nuestras hermandades. Pero con el paso del tiempo, Manuel Alejandro fue designado Comisario del Centenario de la Federación. Era marzo de 2023 y entre las tareas que pensó llevar a la práctica, estaba la edición de un cartel. Fue en ese momento cuando su mente volvió a un pasado reciente para recordar aquel fruto de su imaginación. El asunto no era banal y decidió exponerlo con detalle a los directivos de la Federación que lo habían designado para esta responsabilidad. Su propuesta fue acogida con entusiasmo.

Manuel Amador les habló entonces sobre qué podía llevar cada uno de los ángeles, sobre cómo podían ser sus rostros, de la ubicación que debían tener para figurar un rompimiento de cielo en torno al que debían situarse y de cómo se podría partir de algunos ejemplos artísticos cercanos a este concepto, como el Transparente de la Catedral de Toledo de Narciso Tomé o algunos trabajos de Bernini en la Basílica de San Pedro del Vaticano. El comisario desplegó todo su amplio repertorio de conocimientos artísticos y teológicos para definir una obra que ahora precisaba un pintor que la materializara.

 Una idea a la búsqueda de un ejecutor  

Desde el primer momento, Amador pensó que quien podía llevar a la práctica lo que tenía en su imaginación era Juan Díaz Losada, acreditado artista que ya ha trabajado con fortuna en ámbitos cofrades. Llegaba el momento de efectuar el encargo y quiso hacerse de una forma muy especial. El comisario se reunió tanto con el pintor como con el presentador designado para dar a conocer la obra de arte, Alberto Ortega.

En aquella conversación fue detallando cada uno de los aspectos que quería reflejar y, posteriormente, para que no cupiera ninguna duda sobre sus intenciones, redactó un texto que fijaba su discurso y que les hizo llegar a Juan y a Alberto. En él quedaban reflejados los detalles que podemos apreciar en el cuadro. Así se indicaba qué atributo debía llevar cada ángel, con indicaciones sobre cómo debían ser sus rostros —con referencias a José de Mora o Salcillo—, en qué lugar debían colocarse los elementos sugeridos, el detalle de la Cruz que centra la obra —que parte de la que se sitúa a los pies de la Virgen de las Angustias, en plata labrada, y que termina por convertirse en la célebre Cruz que sostiene al Cristo de los Favores en el Campo del Príncipe—, el corazón con los siete dolores de María como otra alusión a la Patrona, lo que también sucede en la ráfaga que se deja ver como destellos del sol.

No obstante, Manuel Amador, siempre sensible a las creaciones artísticas, ámbito en el que desarrolla gran parte de su labor profesional, le dio un margen de creación a Juan Díaz Losada para que también dejara su impronta creativa. De esta manera, el pintor quiso incluir un ángel más, aunque significara duplicar la presencia de una hermandad, y lo hizo reflejando al Dulce Nombre de Jesús “Facundillo”, titular de la Hermandad de la Humildad, a la que igualmente estaba previsto representar con otro ángel que sostenía una caña. También el pintor decidió incluir ropajes y colores alusivos a los hábitos penitenciales de cada corporación.

El lienzo al óleo en cuestión bien merece un análisis detallado por los muchos detalles iconográficos y teológicos que encierra. Podría ser oportuna una publicación explicando la génesis del proyecto de Amador Moya, en la que se expusieran los pormenores que puedan pasar desapercibidos para muchos espectadores.

Todo un centenario por delante

Fue de esta manera como nació una obra de arte que quedará como fiel testimonio de un Centenario que está comenzando a escribir sus primeras páginas de la mano de Manuel Alejandro Amador Moya. Al comisario le faltan horas cada día desde hace meses. Son muchos los detalles que tiene que hilvanar y crear, pero pocos tan destacados como la exposición que podremos ver el próximo año en la Catedral de Granada, con el título de Kerigma, y que puede convertirse en uno de los grandes acontecimientos culturales de la historia de la ciudad por su ambicioso planteamiento, que ya está despertando un gran interés en ámbitos académicos, científicos, museológicos y, por supuesto, cofrades. El resultado pronto se podrá contemplar.

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