Julián, el montillano con parálisis cerebral que fue bendecido por una llamada del Papa Francisco

La conversación, aunque breve, estuvo repleta de fe, afecto y humanidad

Papa Francisco

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Fran Durán

Córdoba - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

La muerte del Papa Francisco ha despertado en Córdoba una oleada de recuerdos que muestran el rostro más humano y cercano del pontífice. Uno de esos testimonios, cargado de emoción y profundidad, se vivió hace años en Montilla, donde Juan, un vecino de 47 años con parálisis cerebral, recibió una inesperada llamada telefónica del Santo Padre.

Eran las 16:45 horas, cuando sonó el teléfono en casa de Julián. Quien descolgó fue su madre y al otro lado escucho la voz inconfundible del Santo Padre, con tono pausado y afectuoso. La sorpresa fue tan grande como el consuelo que trajo consigo aquella voz. Su madre puso el manos libre y aunque Juan no podía hablar, su rostro y sus gestos lo decían todo. 

Todo comenzó un 6 de abril, durante la apertura del Año Jubilar de San Juan de Ávila en Montilla. En presencia del obispo de Córdoba, Juan pudo entregar al cardenal Beniamino Stella, prefecto de la Congregación para el Clero, una carta escrita de su puño y letra —con la ayuda de su madre— en la que le pedía al cardenal que se la hiciera llegar al Papa. En ella, Juan expresaba su profundo amor por la Iglesia, relataba su vivencia de fe y manifestaba un deseo muy especial: conocer al Papa Francisco.

La carta no cayó en saco roto. El cardenal Stella, conmovido por el gesto de Juan, se comprometió a llevar personalmente la misiva al Vaticano. Y lo hizo. Días después, el Papa, conmovido también por la historia de este hombre de fe inquebrantable pese a sus limitaciones físicas, decidió llamarlo.

Durante la conversación, el Santo Padre le aseguró a Julián y a su madre que rezaba por ellos y les pidió que también ellos rezaran por su pontificado. Fue un momento íntimo, lleno de ternura, en el que, según relatan sus familiares, Julián celebró con gestos de alegría y emoción esa cercanía que tanto anhelaba. Para él, esa llamada fue más que una sorpresa: fue una bendición.

En la breve charla, la madre de Juan también le habló al Papa sobre el vínculo que mantiene su familia con la comunidad de las Hermanas Carmelitas de Lucena, en especial con la madre Adriana. Francisco recordó con cariño a las religiosas, a las que ya había sorprendido con llamadas telefónicas en años anteriores. La conversación, aunque breve, estuvo repleta de fe, afecto y humanidad.

Hoy, tras la noticia del fallecimiento del Santo Padre, la familia de Juan conserva aquel instante como un regalo inolvidable. “Fue como si el cielo hubiera llamado a nuestra puerta”, confiesan. En medio del dolor por la pérdida del pontífice, ese gesto resume lo que fue el Papa Francisco para muchos: un pastor cercano, que supo llegar al corazón de las personas, incluso con una simple llamada.

Montilla, como toda la Diócesis de Córdoba, llora su marcha, pero también celebra su legado. Y en la casa de Juan, aquella conversación telefónica queda grabada como un testimonio vivo de la bondad de un Papa que supo mirar a los últimos con los ojos de Cristo.

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