Lo que empieza como una llaga puede acabar en algo mucho más grave
Atención a estas zonas: lengua, encías, mejillas, paladar o el suelo de la boca

Doctora Alicia Deán
Córdoba - Publicado el
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Una llaga que no cura, una molestia persistente al tragar, un bulto en el cuello o una mancha blanca o roja en la boca. Son señales que muchos pasan por alto, pero que pueden esconder una enfermedad silenciosa y devastadora: el cáncer oral. Aunque no es de los tumores más frecuentes, su detección tardía es una constante que condiciona radicalmente la vida de quienes lo padecen. Así lo advierte la doctora Alicia Dean, jefa del Servicio de Cirugía Oral y Maxilofacial del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba.
Cada año, este hospital atiende y opera casos de cáncer oral, una enfermedad que —en muchos pacientes— llega ya en fases avanzadas. “Son muchos los casos que llegan tarde, cuando ya hay afectación de estructuras importantes o metástasis en los ganglios. Es entonces cuando hay que recurrir a intervenciones más agresivas, y muchas veces, a reconstrucciones complejas que no pueden evitar secuelas de por vida”, explica la doctora Dean.
El cáncer oral puede afectar a distintas zonas de la boca: lengua, encías, mejillas, paladar o el suelo de la boca. El tabaco y el alcohol son los principales factores de riesgo, y cuando se combinan, sus efectos se multiplican. “El consumo conjunto de alcohol y tabaco puede duplicar la probabilidad de desarrollar un tumor oral”, alerta Dean. Además, investigaciones recientes están demostrando una creciente relación entre el virus del papiloma humano (VPH) y ciertos tipos de cáncer de laringe y orofaringe, lo que añade otro factor de preocupación, especialmente entre la población joven.
Una de las grandes batallas sigue siendo la prevención. “Acudir al dentista o al médico ante cualquier lesión en la boca que no se cure en un plazo de dos o tres semanas puede ser determinante. El diagnóstico precoz cambia el pronóstico por completo. Cuando el tumor se detecta a tiempo, las cirugías pueden ser menos invasivas, y en muchos casos, incluso evitar tratamientos complementarios como la radioterapia o la quimioterapia”, apunta Dean.

Jornada de concienciación
El cáncer oral no avisa con grandes síntomas. Por eso, estar atentos a pequeños signos puede marcar la diferencia. Entre los síntomas más comunes están las úlceras persistentes, cambios en la voz, dolor al masticar o al tragar, e incluso pérdida de sensibilidad en zonas de la boca. El problema, según la doctora, es que muchas personas “normalizan” estos síntomas, los achacan a causas menores o esperan a que se resuelvan solos, perdiendo un tiempo precioso.
Además de la detección precoz, hay una tarea de fondo que sigue siendo fundamental: la educación y la sensibilización. “Aún cuesta hablar del cáncer oral con la misma naturalidad con la que se habla del de mama o del de colon, por ejemplo. Y sin embargo, tiene un impacto altísimo en la calidad de vida de los pacientes. Las intervenciones pueden afectar al habla, a la alimentación o incluso a la imagen corporal. Por eso es tan importante evitar llegar a ese punto”, reflexiona Dean.
El papel de los dentistas en este proceso es clave. En muchas ocasiones, son los primeros profesionales en detectar una lesión sospechosa. La doctora destaca que en Córdoba existe una buena red de profesionales atentos a estos signos, aunque insiste en que hay que reforzar la coordinación entre atención primaria, especialistas y servicios hospitalarios para garantizar una respuesta ágil.
En este sentido, el Hospital Reina Sofía cuenta con un equipo multidisciplinar que aborda estos casos desde una perspectiva integral: cirugía, oncología, radioterapia, logopedia, nutrición y psicología se combinan para ofrecer una atención completa, antes, durante y después del tratamiento.
Alicia Dean también subraya el valor del apoyo emocional a los pacientes y sus familias. “Hay personas que salen adelante con secuelas importantes. Saber que no están solos, que cuentan con un equipo que les acompaña en todo el proceso, también forma parte del tratamiento.”
La doctora concluye con un mensaje directo: “No hay que tener miedo a consultar. Lo que empieza como una molestia menor puede no serlo. Cuanto antes lo veamos, más opciones habrá de curación y de conservar la calidad de vida.” Porque en cáncer oral, el tiempo —literalmente— puede salvar una vida.