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Conoce la columna del Cautivo, uno de los rincones más peculiares de la Mezquita-Catedral

Situado entre las capillas de Nuestra Señora del Rosario y de la Epifanía o Santos Reyes, se encuentra uno de los rincones más peculiares de los muchos que alberga nuestra Catedral

Conoce la columna del Cautivo, uno de los rincones más peculiares de la Mezquita-Catedral

Córdoba

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 09:53

Situado entre las capillas de Nuestra Señora del Rosario y de la Epifanía o Santos Reyes, se encuentra uno de los rincones más peculiares de los muchos que alberga nuestra Catedral. Se trata de la célebre columna del Cautivo, a la que algunos, siendo niños, nos hemos acercado, curiosos, para comprobar si la contigua figura arrodillada del prisionero lloraba cuando se le acercaba una llama a los ojos. Ocurría, en efecto, que, en medio de la penumbra de las naves islámicas, la tenue luz de una cerilla hacía brillar el mármol blanco.

Sin embargo, la pertinacia de turistas y locales ponía en riesgo la integridad de la obra, por lo que hace unos años, tras ser restaurado, el pequeño relieve fue protegido, para evitar la total destrucción de la imagen; aunque, en honor de la antigua costumbre, se ha pretendido, además de su limpieza y reintegración de policromía, mantener el aspecto del rostro, ennegrecido por el humo.

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Se da aquí la circunstancia de que, siendo uno de los emplazamientos más reducidos y sencillos de la Catedral fue, en cambio, objeto de gran devoción en los siglos pasados; aunque hoy, lamentablemente, el venerable lugar se haya convertido en una mera curiosidad turística.

En una relación del obrero de la Catedral, fechada en 23 de diciembre de 1581, queda constancia de que está en la dicha iglesia otro cepo en el mármol que dizen del Crucifijo del Cabtivo. Se trata de la primera cita histórica de esta figura incisa de Cristo Crucificado (17 cm.) –protegida por una pequeña reja- en esta columna de la antigua ampliación de Almanzor, que tanta devoción ha movido en los fieles durante siglos.

De la importancia y devoción que despertó la pequeña imagen es prueba la existencia de hasta tres inscripciones que se han ido sucediendo. En la misma columna del Cautivo se halla la siguiente inscripción: ESTE ES EL SANTO / CHRISTO QUE / HIZO EL CAV / TIBO CON / LA UÑA. Además, sobre el pequeño relieve en mármol que representa al cautivo, encadenado con grillos en los pies, soga al cuello y arrodillado ante el Cristo –mandado labrar por don Baltasar Nájera de la Rosa, racionero, entre 1614 y 1627, fecha de su muerte-, existe una inscripción latina referida a la presencia del prisionero cristiano en aquel lugar.

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Por último, ya en el siglo XVIII se dispuso la tercera inscripción, en verso, que reza así: EL CAVTIVO CON GRAN FE / EN AQVESTE DURO MARMOL / CON LA VÑA SEÑALO / A CHRISTO CRVCIFICADO / SIENDO ESTA YGLESIA MESQVITA / DONDE LO MARTIRIZARON.

A pesar de la modestia del lugar, desde el principio se quiso dignificar el espacio que rodeaba a la columna en cuestión, que es ligeramente diferente a sus hermanas. Así, además de las inscripciones y el pequeño relieve, de la reja y el cepillo, tanto el capitel como el cimacio de la columna están decorados con pinturas.

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Con respecto a la verdad histórica, es cierto que no hay constancia de que los musulmanes permitieran custodiar cautivos en el interior de las mezquitas. En realidad, ignoramos cualquier otro dato relativo al origen, tanto de la imagen del Santo Cristo, como de su veneración; porque, como indica D. Manuel Nieto, en toda la documentación medieval conservada y catalogada no se alude a esta tradición.

Ello sitúa el origen de nuestra piadosa devoción en la penumbra de la leyenda. Lo cual no es óbice para que durante siglos –y esto es lo verdaderamente importante-, generaciones de cordobeses hayan venerado esta pequeña imagen del Crucificado –representación que, por excelencia, es signo inequívoco de la Salvación del mundo-, como una esperanzadora señal de la pervivencia de la fe en Cristo durante el amargo periodo de la dominación musulmana.

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Máxime cuando durante la mayor parte del siglo XV los cordobeses se encontraran enfrascados en la situación de guerra con el reino nazarí de Granada, por lo que la existencia de cautivos era frecuente. Y no menos lo fue durante los siglos XVI al XVIII, en este caso por obra de los turcos y los piratas berberiscos, que continuaban con sus ataques a las localidades costeras o al asalto de los navíos cristianos, obteniendo después unas pingües ganancias con la redención de cautivos, que caritativamente rescataban los frailes trinitarios y mercedarios.

No obstante, siendo esta la imagen incisa más célebre de la Catedral, no es la única. En efecto, existe otra imagen del Crucificado, prácticamente del mismo aspecto y dimensiones, en la quinta columna de la segunda hilada de la ampliación de Almanzor, aunque esta no ha logrado la notoriedad de la primera.

De hecho, permanece absolutamente ignorada por los miles de personas que salen de la antigua mezquita por la puerta de Santa Catalina. Y no podía faltar tampoco una representación de María. Esta, de menor tamaño, se encuentra en un lugar de menor paso, en la columna 20 de la sexta hilada de la misma ampliación de Almanzor, y permanece también desconocida. Además, la imagen de la Virgen se acompaña con una breve inscripción, que nos revela el nombre de su autor: Joannes me fecit.

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