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Córdoba CF, la dietrología aplicada a una temporada horrible

Análisis de una 2022-2023 que el cordobesismo no puede asimilar ni entender

Córdoba CF, la dietrología aplicada a una temporada horrible
Toni Cruz González
@tonicruzgon

Redacción COPE Córdoba

Tiempo de lectura: 7'Actualizado 19:34

Escribió Enric González que la dietrología es “una ciencia estrictamente italiana que estudia las causas ocultas de los acontecimientos. A partir de cualquier nimiedad se puede reconstruir una trama conspirativa que se hace más y más oscura hasta desembocar en el misterio”. El sábado terminó para el Córdoba C.F. una campaña extraña, trufada de episodios desconcertantes y envuelta en el misterio de los puntos fugados. Que fueron muchos. Casi todos, de hecho, los de una infame segunda vuelta. La irritación lógica de los aficionados demanda una respuesta que no es simple o, al menos, que no resulta simple de explicar. Aquí va una versión. Habrá más y ninguna será la exacta ni hará justicia. Porque dar a cada uno lo suyo implica un componente subjetivo que no entiende de razones sino de sentimientos.

LA PROPIEDAD COMO ENTE ABSTRACTO

Saber quién es quién en el entramado de Unión Futbolística Cordobesa S.A.D. para el Córdoba C.F. resulta complejo. La cabeza visible durante esta temporada fue Javier González Calvo, pero su puesto real no equivalía al de un presidente al uso (Abdulla Al-Zain ostenta al menos nominalmente ese honor). Los mecenas bareiníes colocaron a un enlace directo llamado Faisal Ben Jamid en El Arcángel para supervisar la gestión, quien al margen de remitir informes y de aconsejar en decisiones no tiene un poder ejecutivo para adoptar decisiones al más alto nivel. Si la de despedir a González Calvo y contratar a Antonio Fernández Monterrubio no fue de Ben Jamid ni tampoco de la Familia Real de Bahréin -a la que se imagina uno haciendo cosas más importantes que gestionar un club de Tercera categoría-… ¿Quién la tomó? A esta pregunta se contesta siempre desde la entidad con una respuesta ambigua: “La propiedad”. Ese ente abstracto sin nombre ni apellidos que uno puede imaginarse lejos o cerca. La falta de transparencia en ese sentido -como en las cuentas- provoca que en los mentideros del fútbol se relacione con algunas decisiones del fondo Infinity a personas como a Maheta Molango, que actualmente es el Jefe Ejecutivo de la Asociación de Futbolistas Profesionales ingleses y galeses o al ex dirigente malaguista Fernando Sanz. A pesar de que Unión Futbolística ha hecho un esfuerzo en acercar el club a la ciudad a través del propio González Calvo y de Jesús Coca, no estaría de más que dudas de este tipo se aclararan en la medida de lo posible a la hora de negociar temas como la cesión de un estadio municipal de El Arcángel que todos entendemos que es imprescindible que acabe destinado al Córdoba CF, pero que habrá personas a las que no les guste el fútbol que puedan recelar de esa “Propiedad” que incluso puede que todavía no haya pisado Córdoba. O sí.

LA GENEROSIDAD DE LA DIRECCIÓN DEPORTIVA

Juanito y Raúl Cámara -director deportivo y secretario técnico, respectivamente- están siendo señalados en este tiempo de crisis por tomar decisiones que muchos avalamos e incluso vimos sensatas en su momento. El gaditano, de hecho, escribió un tuit que ha sido empleado como bumerán desde que la pelota dejó de entrar. ¿Tuvieron su cuota de responsabilidad? Sí, porque actuaron -y es fácil decirlo ahora- más como los jugadores que fueron que como dirigentes que son. La temprana renovación de Germán Crespo -y de los propios Juanito y Cámara- derivó en una sucesión de demandas de atención por parte de futbolistas que se sentían agraviados y de representantes que querían sacar tajada y cumplir con su trabajo de velar por los intereses de sus jugadores. Así llegaron salidas y entradas en el mercado invernal, que no desestabilizaron a la plantilla per se, sino porque terminaron por empoderar a un grupo que, además, se sentía invulnerable por la razón que daban los números. No se analizó al detalle lo que podía mutar el vestuario -ni a mejor ni a peor, pero sí cambiar- con el cambio de cromos. Cuando la crisis ya era galopante, la decisión de aplazar el despido de un Germán en el que confiaban porque creían en él y porque no tenían más remedio se demoró hasta lo negligente. Se podía entender que estaba en juego su credibilidad, pero también que nadie ya entonces desde dentro daba un euro porque el equipo pudiera salir del bache -ya socavón- mientras el granadino ocupara el banquillo. Y no reaccionaron. En la recta final, cuando ya no había nada que hacer salvo apelar a las matemáticas, cedieron a la voluntad de González Calvo y aceptaron la llegada de un Manuel Mosquera que, como se vio, sirvió únicamente para dar la cara públicamente durante ocho eternas semanas. En su haber, eso sí, la celeridad en el acuerdo con Adilson y con Adri Castellano, que vestirán de blanquiverde la próxima temporada.

EL DISCURSO ÚNICO

Para que una barca navegue todos sus tripulantes deben remar en la misma dirección. El desaguisado a la hora de establecer un único discurso ha pesado a la hora del esfuerzo común. El objetivo osciló en función del momento de la campaña. Si se empezó hablando de play-off, con celeridad se estableció en el ascenso directo para luego ir aceptando otros desafíos menores al albur del rodar de la pelota. Al igual que la meta, también se erró a la hora de señalar los obstáculos. La prensa, siempre agradecida por un titular, bendecimos las comparecencias de Germán Crespo en las que atacó a algunos de sus jugadores o el desahogo de Juanito en redes sociales o el día en el que Willy señaló a compañeros que tenían la cabeza en otros sitios. La falta de concordancia ha podido pesar por momentos en un entorno con la exigencia lógica de la desnaturalización de ver un club con 13.000 abonados y en tercera categoría. El final, con las palabras de relleno de Mosquera pidiendo comprensión y que se valore el descenso del Málaga son, llanamente, una mala pesadilla que olvidar pronto. Recuperar un relato moderado -aunque a los que nos dedicamos a buscar noticias nos pese- es esencial para que los trabajadores rindan mejor en despachos, banquillo y verde.

LOS EGOS Y LOS ROLES

“No es un mal vestuario”, “He estado en sitios peores”, “No ha sido por eso”. Cuando se pregunta si el vestuario del Córdoba en esta 2022-2023 ha sido -como desde fuera se intuye- una caja de bombas siempre se ha obtenido esa respuesta. Y es cierto. No ha habido grandes escenificaciones ni motines ni, como se ha dejado caer, revueltas contra Germán Crespo. Y muchísimo menos se ha jugado a perder. Crespo se ganó fama de distante porque apenas hablaba con los jugadores más experimentados mientras dejaba a su aire a otros que no entendían las singulares decisiones que adoptó en los tiempos de bonanza y que los resultados avalaron. En el preciso instante en que la fortuna dejó de sonreír afloraron los egos en una plantilla que, por momentos, ha demandado un grito más alto que otro que nunca ha llegado desde dentro. Javi Flores y De las Cuevas, los dos capitanes y veteranos de la plantilla, son buenos profesionales y también grandes personas, pero no tienen el carácter autoritario de otros referentes como lo fueron en el Córdoba Pierini o Javi Moreno… Se ha echado en falta eso este año en la plantilla: Un referente más allá de lo futbolístico que cantara las cuarenta a quienes empezaban a tener dudas o pájaros en la cabeza.

Pero cuidado en el análisis: Los nombres y las realidades que desde fuera se tienen como indudables no siempre se corresponden con la realidad. Kike Márquez, el más señalado por la grada, ha jugado con molestias reales muchos partidos incluso en los momentos más complicados. De hecho, el cuerpo técnico le sugirió la opción de “borrarse” con una tarjeta para ahorrarse los reproches de la grada y el gaditano optó por escuchar lo que El Arcángel le quiso cantar. Otro con mala fama, pero que no ha sido peor que los demás fue Alberto Jiménez, quien también ha entrenado hasta el último instante incluso a sabiendas de que su continuidad no parece sencilla. Puga, otro al que el cordobesismo no perdona que dejase de vestirse de corto una vez conocido su fichaje por el Cádiz, ha costeado de su propio bolsillo tratamientos de su pubis a pesar de cobrar un salario impropio de un profesional.

Sin embargo, hay quienes han actuado con menos acierto en campo y fuera de él. A Carracedo, por ejemplo, se le pidió constantemente que cambiara de forma de concebir el fútbol y que atacara buscando la profundidad y él siguió apostando por un juego más individualista y ajeno al beneficio del colectivo mientras no podía aceptar la opción de ser relegado al banquillo. La lucha entre Casas y Willy por la titularidad, tan beneficiosa en una categoría inferior el año pasado, se tornó en celebraciones con más sentido reivindicativo que festivo para el colectivo (de hecho, Willy festejó en solitario con Germán Crespo su gol ante el Racing de Ferrol). El rambleño, que tanto exigió una renovación al alza hace unos meses, ha completado una campaña de espaldas a portería a pesar de que su entorno y representante ya se frotaba las manos pensando en un posible futuro lejos de Córdoba. Otros casos que no han terminado de entender la cara B del fútbol han sido los de Simo -más empeñado en la acción personal que en el colectivo-, Calderón -cuyo singular carácter es incompatible con la titularidad en exclusiva del lateral izquierdo-, José Alonso -a quien los errores han demolido su confianza- y Felipe Ramos -que no ha asimilado en absoluto su suplencia desde el año pasado.

Mención aparte merecen los refuerzos del mercado invernal. Canario se ganó fama de indiscreto en el club, pero hay que exceptuar en su defensa que el rol al que venía no era precisamente el de suplente habitual o lateral derecho coyuntural. Shashoua o Camus han llegado a Córdoba como quien hace un Erasmus y se marcharán de puntillas como Juan Villar, que tampoco encajó bien su rol.

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En suma, un vestuario que sin ser malo no era ni mucho menos una piña y que, sobre todo, ha sido una amalgama de individualidades que nunca ha terminado de funcionar como un equipo de fútbol. No estaría de más, pensando en la planificación futura, la contratación de un psicólogo deportivo.

LA MEDIDA DEL JUICIO DE PRENSA Y AFICIÓN

Nada más lejos de la verdad, al menos para quien esto firma, lo de que Córdoba es una ciudad difícil para el futbolista profesional. Todo lo contrario. Incluso en una categoría por debajo de la élite, el cordobesismo ha alentado a los suyos y excusado sus pecados hasta apurar las posibilidades reales de ascenso. Antes bien, parece, que el exceso de piropos por parte de quienes tenemos la responsabilidad de juzgar ha provocado un engreimiento desmedido en jugadores que todavía tienen mucho que demostrar. La afición y la prensa colocamos roles inadecuados por una gesta estética y necesaria pero menor como el ascenso a Primera Federación y la Copa Federación y el tiempo ha acabado pasando factura. Por desgracia, cuando se asimiló la situación la resaca fue terrible y la sensación de sentirse estafado por una sobredimensión de la calidad y posibilidades de la plantilla derivó en una indignación que todos hemos podido convertir en ira. Normal el enfado, inadmisible el insulto y más en lo personal.

CONCLUSIÓN

No ha existido una única razón que explique lo inexplicable de esta temporada. No lo saben dentro, por lo que menos lo puede saber un periodista de provincias. Lo más cercano a la realidad -apelamos a Ockam y su navaja- puede ser que la plantilla no estaba capacitada ni mental ni futbolísticamente como para ni siquiera luchar por ascender, pero eso no justifica un bajón de rendimiento tan exagerado. En todo caso, resulta imprescindible que se haga un diagnóstico certero de las causas que han derivado en un fracaso estrepitoso para que no se vuelva a repetir. Porque la paciencia puede ser infinita, como la pasión, pero el dinero -en un grupo inversor o "Propiedad"- no.


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