Bienvenido a la Tierra - Excelencia Literaria

Bienvenido a la Tierra

 

Ana Santamaría

Ganadora de la XIII edición

www.excelencialiteraria.com

 

Querido amigo:

No puedo ocultar mi sorpresa ante el atrevimiento que mostrabas en tu última carta: ¡deseas venir a la Tierra! Mi lealtad hacia ti me empuja a responder a tu arrojo con una serie de advertencias.

Te darás cuenta, nada más llegar, de que las riquezas de la Tierra (muchas) se reparten entre algunos (pocos), mientras el resto de personas (la mayoría) vive con lo que les dejan (casi nada).

Elige bien el lugar donde aterrizar tu nave, ya que tu idea del planeta será distinta en función de donde te poses. Te diría que no te bastará con un solo destino para conocer el mundo. Por eso, necesitas planear bien tu viaje. Según donde caigas, te toparás con empresarios que te acogerán a cambio de un poco de dinero; con mafias que tratarán de sacártelo todo; con niños que hundirán sus ojos en los tuyos, rogándote un pedazo de pan o un poco de cariño; con espacios naturales que todavía son abundantes en especies animales y vegetales.

Quizás te baste hablar con unas cuantas personas para darte cuenta de que algunos hombres son sensibles a los problemas del mundo, mientras otros apenas sienten interés por lo que ocurre más allá de su ombligo. Por cierto, te habrás fijado que llamamos “mundo” a este planeta, como si fuésemos el centro de todo cuanto existe.

Espero, amigo mío, que encuentres con alguien por aquí que sea capaz de escuchar todo lo que tienes que decir. Te advierto que es difícil de hallar gente así. Es más, darás con padres que exclaman: <<¡No sé qué vamos a hacer con este niño!>>, antes de preguntarle al niño si le pasa algo. Y presenciarás muchos monólogos disfrazados de conversación, que conducen a acaloradas discusiones que rompen la afinidad entre unas y otras personas. Oirás muchos <<¡Tranquilízate>> antes de que el otro pueda explicar por qué se siente nervioso. Por esto y muchas otras razones que es mejor que descubras por ti mismo, encontrarás una variedad de títulos de autoayuda en cualquier librería. Repito: autoayuda, porque nos ha vencido el miedo a necesitar la ayuda de los demás.

A veces se nos olvida que esto es la Tierra, no el paraíso. Tampoco una historia inventada que se le cuenta a los niños para que no pasen miedo. No es la Tierra que nos gustaría tener, cierto. Es, simplemente, la vida, quepa en esta palabra lo que quepa. Este es un sitio donde se viene a vivir y luego a morir. Aquí se experimenta lo bello, lo bueno, lo duradero, y también lo horrible, lo perverso y lo efímero. Aquí tendrás mejor o peor suerte, pero con aquello que te toque, deberás salir adelante.

Los humanos tenemos algo de generosidad, sinceridad y amabilidad, pero también de egocentrismo, de engaño y crueldad. En la Tierra se pasa miedo, se siente dolor y se llora. Y a veces uno no sabe adónde ir ni a quién acudir. También nos emocionamos, reímos, bailamos y cantamos. Y por ser humanos, cada día tropezamos con la misma piedra. Si tu nave aterriza en un rincón de peor suerte, verás que allí cargan la piedra tal y como les ordenó otro más poderoso que ellos.

Porque en la Tierra se lucha, pero el significando de esa lucha es algo muy distinto para cada ser humano. Aquí también se desea y se sueña. Muchos de esos sueños se cumplen, otros tantos se frustran, y uno aprende a vivir así, porque hay una gran distancia entre lo que se quiere y lo que se consigue. Entre otras cosas, uno no siempre se va a la cama con los deberes hechos: muchas veces ni siquiera encuentra la manera de terminar esos deberes. Y buscamos –desesperadamente, me atrevo a decir– algo cierto a lo que aferrarnos, y si no se puede, alguna mentira verosímil.

En la Tierra, amigo mío, se ama. ¿Te hablé alguna vez del amor? Quizá se me haya pasado mencionarlo, pero es mejor que el amor lo conozcas por ti mismo, de primera mano. En fin, podría contarte muchas más cosas, pero no quiero estropear tus primeras veces. Por eso te animo a venir con la actitud de quien está dispuesto a acoger cualquier cosa que pueda sucederle.

Mira bien a los ojos de la gente que te encuentres; en ellos entenderás mis palabras.

Espero con ansia a que me cuentes tus aventuras. Y sabes donde encontrarme si necesitas cualquier cosa.

 

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