Amor en tiempos de internet - Excelencia Literaria

Amor en tiempos de internet

Claudia García Plaza

Ganadora de la XVII edición

www.excelencialiteraria.com

 

No me gustaría tener que contarles a mis hijos que su padre y yo nos conocimos mediante una web de citas, o que me pidió salir por Instagram sin que nos hubiésemos conocido previamente. Y no me importa que me llamen anticuada por eso: soy consciente de que mi modo de vivir no es habitual entre los jóvenes. En este sentido, me considero una persona de la vieja escuela, que está convencida de que el amor debe surgir de distinta forma.

Aunque no exijo, ni mucho menos, que cada relación sea un cuento de hadas, tampoco creo que sea prometedor un noviazgo que se inicia por mero aburrimiento. Quiero decir, ¿cuántos jaleos amorosos que comienzan a partir de las redes sociales, buscan algo más que pasar el rato? ¿No son los perfiles un grupo de publicaciones interesadas que, en la mayoría de los casos, solo muestra el rostro más favorecedor de su protagonista? Si el motivo de conocernos se basa únicamente en el atractivo físico o en lo lujosa y divertida que aparenta ser la vida del otro, no superaremos la superficialidad.

Por eso, prefiero la atracción que surge sin previo aviso, y que perdura una vez hemos conocido a la persona en profundidad, porque no es posible un amor que se sostenga en la fachada que nos construimos ante los demás. Para amar hay que pasar de la atracción a la admiración, que solo se alcanza cuando estamos al tanto incluso de los defectos de la persona a la que queremos, interioridad que no se puede lograr con una conversación por mensajería instantánea.

Una relación que comienza de esa manera, no tiene futuro ni estabilidad. Es necesario conocerse, comunicarse, tratarse con paciencia, incluso aprender a esperar el uno al otro, algo que es ajeno a elegir por descarte, a escoger a la única persona que está dispuesta a conquistar a un completo desconocido a través de la pantalla. Es mejor no precipitarse, sino ganarse el amor y el respeto del chico te pide salir unos meses después de haberte conocido, tras horas de conversación que, poco a poco, van dando el permiso para mostrarse mutuamente esos rincones del alma vedados a los demás. En definitiva, me refiero al amor de siempre, al de verdad.

Internet nos empuja a querer disfrutar del momento, sin plantearnos las repercusiones de una emoción caprichosa, y me alarma los efectos negativos que puede crearnos. Nos estamos acostumbrando a consumir un romanticismo equivocado, en el que el amor es algo momentáneo, para pasar el rato. Las relaciones pasajeras se han convertido en un paradigma del amor, que se burla de las duraderas como si fueran una cursilada desfasada, una pérdida de tiempo y de energía.

El amor en estos tiempos de internet colma un vacío emocional que deberíamos aprender a satisfacer de otra manera. Al fin y al cabo, se trata de resolver nuestras carencias, nuestras limitaciones. Por eso, es necesario advertir que un noviazgo virtual nunca mejorará la autoestima ni la necesidad que tenemos de llamar la atención. Es crucial aprender a amar, y para ello debemos querernos a nosotros mismos, lo que comporta respetar los tiempos naturales, necesarios para el éxito de una relación amorosa sana y duradera.

El amor verdadero, ligado a la voluntad y al transcurso del tiempo, no ha pasado de moda porque no puede pasar de moda. Eso sí, se encuentra colapsado por un movimiento romántico equivocado. Por eso, insisto en el ideal de amar de verdad y para siempre. Es a lo que estamos llamados.

 

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