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Kawah Ijen, el espectacular volcán de fuego azul

La montaña está situada al este de la isla de Java, en Indonesia, y ha adquirido popularidad por sus llamas azules, generadas por la combustión del azufre presente en la zona

Una imagen de las llamas azules que se producen en el volcán

Extraído de Thomas Fuhrmann, CC BY-SA 4.0 , via Wikimedia Commons

David Ferreiro

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 06 mar 2024

En el mundo existen muchos lugares con particularidades que pueden parecer más propias de otros planetas.

La naturaleza es capaz de crear fenómenos en ciertas zonas que parecen casi mágicos, como por ejemplo las Lagunas de la Mata y Torrevieja en España, características por sus aguas de color rosado.

Este tipo de peculiaridades se explican a través de los fenómenos concretos que ocurren en algunos lugares, normalmente vinculados a la presencia de minerales o de elementos químicos que dotan de una perspectiva diferente a emplazamientos, a priori, comunes.

Este es el caso del Kawah Ijen, un volcán compuesto ubicado en Indonesia que, al menos desde la lejanía, no parece tener ninguna característica diferente a las habituales en este tipo de accidentes geográficos. Sin embargo, sus laderas esconden un gran secreto, ya que emanan unas características llamas de color azul.

Situado al este de la isla de Java, la más poblada del planeta, el Kawah Ijen se erije sobre el conocido como Cinturón de Fuego del Pacífico, uno de los lugares con mayor actividad sísmica del planeta, en el que se encuentran centenares de volcanes activos.

Entre ellos el Kawah Ijen, a pesar de que lleva sin entrar en erupción desde 1999, según los datos registrados por el Programa de Vulcanismo Global del Instituto Smithsoniano, cuando tuvo lugar una erupción menor. Por otro lado, la más importante de la época reciente se originó en 1936.

A pesar de esto, su estado de actividad se puede palpar en el ambiente con facilidad, ya que de la montaña emanan gases de forma casi continuada, además de la lava que se deja entrever en algunos puntos concretos.

Con una altura de 2.386 metros, el volcán cuenta con dos rasgos que le hacen prácticamente único en el mundo. El primero de ellos, la presencia de un gran lago de un kilómetro de diámetro en su cráter, el segundo, unas vistosas llamas azules.

Por increíble que pueda parecer, en este volcán se da un fenómeno natural que tiñe sus laderas de llamas azuladas, atribuídas por muchos a su lava. No obstante, aunque pueda generar esa impresión, la lava del Ijen tiene el mismo color que la de cualquier otro volcán.

Lo que dota de este llamativo color a sus llamas también proviene de su propio interior, pero su responsable es un elemento químico: el azufre. Tras sus laderas, se encuentra una de las grandes reservas de este químico, que habitualmente emerge en estado líquido, pero que también se puede hallar en forma gaseosa debajo de su corteza.

La explicación del fenómeno

El azufre en estado gaseoso que alberga el interior del volcán se ve sometido a grandes presiones y a temperaturas que superan los 600 grados, lo que hace que este gas salga hacia el exterior a través de las grietas del volcán.

En en este momento cuando se da el fenómeno de las llamas azules. El azufre gaseoso arde al salir a la superficie y entrar en contacto con el oxígeno, para después sufrir una bajada radical en su temperatura que lo transforma en una especie de líquido azulado que en su interior alverga dióxido de azufre, lo que genera el efecto de que el volcán expulsa lava de dicho color.

Por tanto, en realidad no se trata de lava, si no de una reacción química que se puede apreciar en los momentos de menor luz, siendo especialmente llamativo si se observa de noche.

Esto lo combierte en un lugar tan único en el mundo como peligroso, ya que la gran acumulación de gases tóxicos en la zona es altamente perjudicial para la salud, siendo más que recomendable el uso de máscaras antigás. De hecho, el descenso al cráter, que es el lugar en donde ocurre este fenómeno, esta prohibido por su alta peligrosidad.

En ese mismo cráter se acumulan estos líquidos, que van a parar a un lago que inunda el volcán y que ha sido protagonista de más de un documental de National Geographic, en el que se explican todos estos fenómenos. Un lago que, debido a su composición, es ácido, ya que en su interior alberga grandes cantidaes de ácido sulfúrico y de ácido clorhídrico.

Una imagen del lago situado en el cráter el Ijen

Bagus IndahonoEFE


La cara más dura

Sin embargo, este mágico lugar también esconde una cara cruel, ya que es lugar de trabajo para los grupos mineros de la zona.

La alta presencia de azufre en el interior del volcán lo convierten en una gran reserva de este químico, muy preciado en la industria, que cuando es expulsado en estado líquido se solidifica formando grandes bloques amarillentos.

Estos bloques son el objetivo de los mineros, que descienden hasta el crater a pesar de la peligrosidad para extraerlos, cargarlos y transportarlos para su posterior venta. Si las condiciones ya son extremas, con la presencia de gases altamente tóxicos, la zona no está ni mucho menos preparada.

Los caminos son prácticamente inexistentes, a los que habría que sumar la presencia de magma en la zona, las altas temperaturas, la falta de equipamiento y las nulas medidas de seguridad.

Estos trababajadores se juegan la vida, llegando incluso a perderla tratando de llevar un plato caliente a sus hogares. Ellos representan la cara más dura de un lugar tan llamativo, como peligroso.

Mineros extrayendo los bloques de azufre

Bagus IndahonoEFE


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