DÍA DE LA TAUROMAQUIA
La tauromaquia no se rinde: entre la memoria y el porvenir, una cultura en plena forma
En el aniversario de la muerte de Joselito, el toreo se reivindica con datos, actividad y pasión como una expresión cultural viva, arraigada y con futuro.

Día Internacional de la Tauromaquia 2025
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Cada 16 de mayo, el mundo taurino detiene su pulso para rendir homenaje a la figura mítica de Joselito el Gallo, caído en Talavera por el toro Bailaor en 1920. Pero en 2025, más que mirar con nostalgia al pasado, el Día de la Tauromaquia se convierte en escaparate de un presente vibrante y de un futuro prometedor. Porque sí, la tauromaquia está más viva que nunca.
Frente a los augurios catastrofistas, la realidad es que las corridas de toros han crecido un 8% desde 2019 y las novilladas con picadores un 20%, según datos del Ministerio de Cultura. Unos números que no solo desmienten el relato del declive, sino que apuntan a un fenómeno cultural con renovada fuerza desde la base. No hay más que ver cómo las escuelas taurinas más importantes cuentan con lista de espera, o cómo Las Ventas ha alcanzado en 2025 su cifra más alta de abonados en la última década.
La reactivación de plazas cerradas —por decisión ideológica más que económica— en lugares como Valdemoro, Atarfe o Tarifa, y el hecho de que muchas de ellas hayan colgado el cartel de "no hay billetes", demuestran que la afición permanece intacta allí donde se le permite manifestarse. Y no es solo una cuestión española: Portugal, Francia, Colombia o México comparten esta expresión cultural milenaria que, lejos de ser un fósil, es una forma de entender la vida, una poética de la verdad, del riesgo y de la belleza.
La tauromaquia es, guste o no, un patrimonio cultural compartido y universal. Y como todo legado vivo, se transforma y se adapta. Que en 2025 haya más festejos televisados en abierto que nunca y que las audiencias superen la media de sus respectivas cadenas habla de un interés genuino que va más allá del círculo cerrado de los aficionados.
Por eso, más allá de debates ideológicos, lo que el Día de la Tauromaquia pone sobre la mesa es la vigencia de un arte que sigue movilizando a miles de personas, que genera economía, identidad y emoción. La muerte de Joselito no fue el fin. Fue —como hoy demuestra la realidad— el principio de un relato que sigue escribiéndose en presente. Y con futuro.