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3ª FERIA REAL

La lentitud de José Tomás y el mando arrollador de Perera, a hombros en Algeciras

El de Galapagar vuelve a los ruedos en gran forma y Perera indulta al cuarto toro de Jandilla.

José Tomás y Miguel Ángel Perera en su salida a hombros en Algeciras

 José Tomás y Miguel Ángel Perera en su salida a hombros en AlgecirasPRENSA M.A.P.

Sixto Naranjo
@sixtonaranjo

Director de ‘El Albero'

Algeciras (Cádiz)

Tiempo de lectura: 4'Actualizado 04 jul 2018

Tarde para la historia del coso de Las Palomas. Lleno de reventón al reclamo del primer paseíllo de José Tomás en España casi dos año después del último en Valladolid. Lo fieles al Monstruo de Galapagar llegados desde todas partes del orbe taurino llenaron el coso. Y junto a él, un Miguel Ángel Perera que se reivindicó con sus armas y personalidad. Un mano a mano con argumentos en el ruedo entre dos toreros que no se dejaron ganar la pelea. Quien salió ganando fue la Fiesta y el público que abarrotó el coso algecireño.

Si alguien quiere saber lo que es ralentizar el toreo de capote solo tiene que volver a ver el saludo por delantales de José Tomás al primer toro de Cuvillo. Una lentitud pasmosa preñada de temple y armonía en un engaño de mínimas dimensiones. La media de remate totalmente enfrontilado con el toro. Como también paró los rejones con el galleo por chicuelinas con el que llevó al toro al caballo. Pura seda. Y un quite por navarras y gaoneras  de fantasía que abrochó con una serpentina. El toro tuvo nobleza y clase pero le faltó un punto de motor en el último tercio. JT lo toreó de nuevo con una velocidad menor a la habitual. Todo de una pureza extrema. Al natural dotando de profundidad a los viajes del toro. Y un final por estatuarios de firmeza cabal. La estocada viajó trasera y caída y restó puntos al doble trofeo que paseó el de Galapagar.

Después del huracán Jose Tomás, Miguel Ángel Perera salió a revientacalderas. Por chicuelinas el saludo capotero y por gaoneras el quite posterior. El de Jandilla tenía prontitud y alegría en sus embestidas. Rodilla en tierra prologó su faena. El toro perdía las manos de puro celó. Muy templado Perera, intentando alargar los muletazos por el pitón derecho, por donde reponía el animal. Y después un sincero arrimón cuando el toro bajó su intensidad. Dejándose rozar la taleguilla con los pitones en una reducción asfixiante de espacios. El primer ataque con la espada tropezó en una banderilla y el segundo acabó con una estocada casi entera que tumbó al toro. La oreja contó con mayoría de pañuelos.

Volvió a subir el listón del trapío con el colorado tercero de Cuvillo. Un toro que pronto cantó su condición de manso que condicionó la labor de José Tomás. El quite por gaoneras fue de una gran intensidad. Mano baja y ajuste máximo en el momento del embroque. Después la faena de muleta tuvo escasos argumentos por la condición huidiza del toro. Lo intentó Tomás cerrado en la zona de toriles. El toro se tragaba el primer natural pero tras el segundo buscaba la salida sin celo alguno en el engaño del torero. La estocada, entera y trasera, dejó todo en una ovación de reconocimiento.

Tras el parón de la merienda salió un cuarto de Jandilla de perfectas hechuras con el que se desató el delirio en el coso de Las Palomas. Un toro encastado y de gran nobleza, clase y profundidad en sus embestidas al que Miguel Ángel Perera cuajó de principio a fin. Los cambiados por la espalda fueron ajustados al milímetro. Y en el toreo fundamental hubo mando, profundidad y ligazón en una primera parte de trasteo simplemente perfecta. Hacer y decir el toreo. A mayor exigencia del torero, mayor respuesta del toro. Quiso reducir terrenos Perera, pero el toro reclamó mayor distancia. Una tanda más abierta elevó de nuevo el diapasón de la intensidad y comenzó la petición de indulto que se incrementó tras una eterna serie de naturales por ambas manos cambiándose la muleta por la espalda. El palco asomó el pañuelo naranja entre el clamor en los tendidos. Perera paseó los máximos trofeos junto al ganadero Borja Domecq hijo.

José Tomás necesitaba responder en el quinto. Y vaya si respondió. El de Cuvillo se movió sin clase. El magisterio de JT salió a flote y supo limar asperezas en las primeras tandas. Todo estalló en una tanda al natural de terso trazo. El mando había obrado el milagro. El toro seguía más y mejor la muleta del madrileño. Una tanda a derechas ya en el tramo final fue la más lograda. Apretó el torero por abajo y respondió el toro. La plaza de en pie pero la espada no quiso acompañar lo realizado. Un pinchazo y un metisaca en el que el torero quedó prendido del pitón ralentizaron la muerte del toro. La vuelta al ruedo y los gritos de “torero, torero” premiaron a José Tomás.

Perera quitó por saltilleras de imposible espacio al sexto, un toro que brindó a José Tomás. Largo el parlamento del extremeño que concluyó con un abrazo entre ambos toreros con lo tendidos puestos en pie. El toro tuvo bondad pero siempre intentó salir suelto de los muletazos. Muy atornillado el torero, fue intentando ligar los muletazos en el centro del ruedo, pero al conjunto le faltó unidad por la falta de entrega y continuidad en las embestidas del toro. La espada se llevó cualquier posibilidad de trofeo.


FICHA DEL FESTEJO 

Algeciras (Cádiz), viernes 29 de junio de 2018. Tercera de Feria. Lleno de “No hay billetes”

Tres toros de Núñez del Cuvillo, bien presentados. Mejor el primero, rajado el tercero y manejable el quinto. Y tres de Jandilla, de correcta presentación y buen juego. Destacó el extraordinario cuarto, “Libélula” de nombre, indultado.

José Tomás, dos orejas, saludos y vuelta al ruedo.

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Miguel Ángel Perera, oreja, dos orejas y rabo simbólicas y silencio.

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