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'Operación salvar Eurovisión': así podrá celebrarse el festival en plena pandemia

La organización ha diseñado un férreo protocolo sanitario al que deben someterse delegaciones y periodistas y en las galas sólo habrá un 20% de aforo

Operación salvar Eurovisión: así ha podido el festival celebrarse en plena pandemia
Javier Escartín
@javierescarting

Coordinador digital del Grupo COPE

Enviado especial a Róterdam (Países Bajos)

Tiempo de lectura: 4'Actualizado 23:47

"Con gran pesar tenemos que anunciar la cancelación del festival". El 18 de marzo de 2020, tres días después de declararse el estado de alarma en España, la Unión Europea de Radiodifusión (UER), anunciaba la cancelación del festival de Eurovisión. Era la primera vez en la historia que el longevo concurso dejaba de celebrarse. El festival que venció a las guerras, los conflictos políticos y las crisis económicas era 'tumbado' por un enemigo invisible que había puesto en jaque al mundo entero.

En los días previos a esa decisión, la UER y la televisión neerlandesa - anfitriona de la edición tras su victoria en 2019 con Duncan Laurence y su tema 'Arcade' - habían discutido diversos escenarios ante una pandemia que cada vez era más virulenta. La decisión de los países europeos de cerrar sus fronteras como medida de contención y la incertidumbre que arrojaba un panorama global inédito desbarataba todo sus planes a dos meses de la celebración del festival. Los países ya tenían artista y canción, los eurofans sus entradas para ver en directo los espectáculos, la ciudad de Róterdam ya se había gastado seis millones de euros para acoger el popular curso... Pero a sesenta días de la gran cita, los organizadores se encontraron sin tiempo para poder planificar un 'plan B'. La idea de retrasar al verano el concurso no parecía viable y en otoño el Ahoy - estadio que iba a servir como sede - tenía su agenda casi completa. Finalmente, aquel miércoles de marzo, mientras el mundo contenía la respiración ante la devastación social y económica que se avecinaba - Eurovisión también caía en el abismo de la pandemia.

El día que se iba a celebrar el festival, la UER y la televisión neerlandesa anunciaron su ambicioso plan: en 2021 habría sí o sí Eurovisión. Los organizadores habían puesto sobre la mesa todos los recursos disponibles para garantizar a los fans la celebración del concurso. "En 2021 volveremos con más fuerza que nunca", señalaban los productores. A un año vista, las esperanzas de que la pandemia remitiera eran muy altas. 365 días parecían ser un plazo suficiente para garantizar la viabilidad del proyecto en su formato tradicional. Pero, ¿y si la situación no revertía en los siguientes meses? ¿Y si se llegaba a mayo de 2021 todavía bajo la amenaza de la pandemia?

Eurovisión no podía permtirse un segundo año en blanco. Era necesario cubrir cualquier escenario, cualquier imprevisto. Y los primeros meses del proyecto se basaron fundamentalmente en atar todos los cabos para garantizar un festival en cualquier panorama social o económico. Por este motivo, en septiembre se armó un plan sin fisuras para dar luz verde a la edición pero renunciando también a algunas de las esencias del propio festival.

La organización estableció cuatro posibles escenarios. El mejor supuesto sería el de una celebración normal, como cada año. Los nueve espectáculos (entre ensayos, semifinales y final) tendrían lugar en el Ahoy Arena con capacidad para 16.000 personasv y los artistas viajarían sin problema alguno a Países Bajos. También se celebrarían las tradicionales fiestas de bienvenida, el denominado 'Eurovillage' en el centro de la ciudad y el 'Euroclub' abriría sus puertas para que fans y periodistas celebraran las noches del festival al ritmo de la mejor música eurovisiva.

El escenario B ya contemplaba una situación de pandemia. Los artistas podrían viajar a Países Bajos, pero serían 'recluidos' en los hoteles y sometidos a tests de forma periódica. Además, sólo podría ir una tercera parte de la prensa y los shows se celebrarían con aforo reducido o incluso sin público. Todo acto fuera del Ahoy quedaría cancelado o se vería muy mermado. Como novedad, Eurovisión contemplaba por primera vez celebrar el festival sin los cantantes presentes en el país anfitrión y con una actuación grabada. Era la única manera de garantizar la celebración del concurso, aunque sin el principio de 'igualdad' entre países en la competición que siempre se había exigido.

Los escenarios C y D imponían que los artistas no viajarían a Países Bajos y defenderían su candidatura con una actuación previamente grabada. La diferencia entre ambas situaciones es que en el "C" sí se contemplaba un pequeño porcentaje de público para seguir las actuaciones de apertura y descanso desde el propio estadio. El "D" implicaría que todo ocurriera a puerta cerrada.

En enero de 2021, los organizadores entendieron que el plan A era inviable tras una Navidad aciaga en la mayoría de países. Pero, ¿quedaba la esperanza de poder contar con los cantantes en Róterdam y algo del público en las gradas del Ahoy? El tiempo se agotaba para tomar esa gran decisión, aunque la llegada de las vacunas abrían una ventana de esperanza.

El 2 de marzo, la UER y la televisión neerlandesa aprobaron su plan sanitario para garantizar que el festival estaría preparando ante cualquier eventualidad. Todos los miembros de los 39 países participantes deberían llegar con una PCR negativa hecha 72 horas antes de la llegada a Países Bajos y una prueba rápida realizada 24 horas antes del vuelo. Además, se recomendaba que todos hicieran una cuarentena previa de cinco días en su país de origen.

Una vez en Róterdam, las delegaciones están obligados a reducir los contactos con terceros al mínimo y todos los miembros de sus equipos deben someterse a una prueba de antígenos cada 48 horas. La prensa, sólo una tercera parte de la habitual, también debe seguir el mismo procedimiento de control.

Pero, ¿qué pasa si alguno de los cantantes da positivo o está en contacto estrecho con un caso confirmado y debe guardar cuarentena? En estos casos, el país puede seguir participando en el festival al emitirse como actuación uno de los ensayos grabados en los días previos a la competición. De esta manera, los organizadores garantizan la viabilidad del concurso y que todos los países puedan estar presentes en la lucha por el triunfo pese a las diferentes situaciones que puedan darse por la pandemia. La representante australiana Montaigne, por ejemplo, es la única entre los 39 participantes que no ha podido acudir a Róterdam por las férreas medidas sanitarias impuestas por su país, por lo que se convertirá en la primera artista en Eurovisión en competir con una actuación grabada previamente.

A dos semanas del festival, el gobierno holandés aprobó también que hubiera un 20% de aforo en el Ahoy de Róterdam para seguir las galas de semifinales y final. Es decir, unas 3.500 personas. Todos los espectadores, eso sí, deben hacerse una prueba de antígenos previa para poder acceder al interior del estadio. Una decisión fuera de plazo que pretendía demostrar que se pueden celebrar grandes eventos en plena pandemia. Antes de que arranque la competición, dos miembros de los equipos de Polonia e Islandia han dado positivo en las pruebas rutinarias a las que deben someterse. Todos los demás integrantes de ambas delegaciones han sido aislados a la espera de conocer si también han sido contagiados. Un pequeño golpe al plan de los organizadores de Eurovisión que, sin embargo, cumplirán sí o sí su mayor propósito: que este año se pueda celebrar el festival.

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