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¿Podemos consumir alimentos caducados sin riesgo para la salud?

El mejor consejo para no sufrir ningún problema es respetar la fecha de caducidad o tener muy presente la fecha de consumo preferente

Es muy importante respetar la caducidad de los alimentos

 Es muy importante respetar la caducidad de los alimentos

Raquel Pérez Polo
@RaquelPerezPolo

Redactora COPE 

Tiempo de lectura: 5'Actualizado 01 abr 2020

La salud es lo primero, esta frase la escuchamos a menudo. La dicen nuestros abuelos, la repetimos todos cuando pasado el sorteo de la Lotería de Navidad no nos ha tocado ni un reintegro. La salud es tan importante que cuando no la tenemos es lo primero que queremos recuperar.  Por salud algunos se machacan en el gimnasio todos los días y otros mantenemos a raya la báscula.  Para todos es muy importante la alimentación y el saber qué comemos, cómo lo comemos y hasta cuándo lo podemos comer, nos va a ocupar las siguientes líneas.

Como la salud es lo primero, debemos consumir alimentos que estén en perfectas condiciones, en lo que podríamos llamar su vida útil porque será cuando tengan sus propiedades específicas y funcionales “a tope”.

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Todos sabemos si una fruta o una verdura está bien y la podemos comer por su sabor, olor y su aspecto que ya nos da bastantes pistas. Pero y ahora que tenemos de plena actualidad “la crisis de la listerioris”, los alimentos envasados, ¿están en perfectas condiciones para no poner en peligro nuestra salud? ¿En qué debemos fijarnos para saber si son aptos para el consumo?

“Lo primero que hay que mirar en un alimento para no poner en riesgo la salud es fijarnos si tiene fecha de caducidad o fecha de consumo preferente. ¿Con qué no nos tenemos que jugar el tipo? Consumiendo alimentos que llevan fecha de caducidad una vez superada la fecha que indica el fabricante porque si se supera corres un riesgo” advierte María Rosa Urdiales, miembro de la Junta de la Sociedad Española de Seguridad y Calidad Alimentarias (SESAL) e inspectora veterinaria del Área Sanitaria de Gijón del Principado de Asturias.

Lo primero, por tanto, es diferenciar estas dos cuestiones a la hora de saber cuándo un alimento ya no lo podemos consumir: la fecha de consumo preferente o fecha de duración mínima de un alimento que nos indica el tope hasta que un alimento conserva todas sus propiedades funcionales, específicas, siempre que se haya almacenado y conservado correctamente.

Por otra parte, está la fecha de caducidad, que se utiliza para establecer la fecha útil de un alimento a partir de la cual ese alimento puede suponer un peligro inmediato para la salud humana. Esto nos lleva a un axioma: no podemos lanzar el mensaje de que cualquier alimento caducado se puede consumir con seguridad.

¿Todos los alimentos tienen fecha de caducidad y fecha de consumo preferente?  La respuesta es NO en mayúsculas. “No, hay alimentos con fecha de caducidad y otros con fecha de consumo preferente. Esas fechas las establecen las propias industrias alimentarias que son las que determinan hasta cuando un alimento está en perfectas condiciones y es seguro para consumir. La fecha de caducidad la llevan productos muy perecederos que tienen una vida útil muy corta como un producto cárnico cocido y loncheado envasado tratado con calor, estos son productos con fecha de caducidad porque a partir de esa fecha aparecen gérmenes, bacterias que pueden crecer en ese envase y ser perjudicial para la salud” nos explica María Rosa Urdiales poniendo el acento en que son las empresas alimentarias las que ponen la fecha “jugando con un margen de seguridad, y son ellas las que saben ese límite por lo que es muy importante no consumirlos después de la fecha" impresa en el envasado.

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Otra cosa es si hablamos de alimentos con fecha de consumo preferente, en este caso no hay problema. Por ejemplo, las galletas. “Son alimentos seguros que después de su fecha de consumo preferente puede haber perdido su textura, no estará tan rica como antes de esa fecha, pero no es un riesgo para la salud”,  asegura la inspectora que ante la pregunta de si podemos comer un pan de molde que ha comenzado a tener moho por una esquina nos advierte que “tendríamos que saber qué tipo de moho le ha salido al pan, ya que el moho libera micotoxinas al interior del pan” y eso si nos podría perjudicar la salud.

Lo que es muy importante para que un producto se conserve en buenas condiciones es “respetar las indicaciones de conservación que pone el fabricante”. Si esa fecha de consumo preferente se supera veremos signos que nos indica que el periodo de consumo óptimo se ha superado. Lo vemos muy claro cuando nos comemos un yogur caducado, “veremos que el yogur tiene mucho suero arriba, ¿por qué? Porque superada la fecha que ha puesto el fabricante ya no se garantiza que las cualidades del alimento sean las óptimas. A nivel de seguridad alimentaria, ¿hay algún problema? Pues puede que no te pase nada si hablamos de yogur, pero con otros alimentos puede que sí tengamos problemas”.

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Otro ejemplo importante de caducidad: “la leche fresca es leche pasteurizada que ha sufrido un tratamiento térmico ligero, suficiente para destruir la flora patógena, los microorganismos que pueden producir enfermedades, pero la vida útil que tiene es muy reducida y enseguida se acidifica porque hay mucha flora que no se ha destruido con la pasteurización”.

La LISTERIA, un germen que se multiplica cuando el producto está caducado

“La listeria es un germen que puede aparecer en productos envasados de carne o pescado. Si nos pasamos de la vida útil de un alimento y este es susceptible de tener listeria se puede multiplicar y ya no es bueno para el consumo porque la listeria es un germen que no tiene competidores, puede crecer en condiciones donde no hay aire porque apenas necesita oxígeno y crece a temperaturas de refrigeración por lo que puede crecer incluso en cadenas de frío. Por eso puede crecer en cualquier producto envasado al vacío” .

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Por tanto, si consumimos un alimento que conlleva riesgo una vez superada la fecha de caducidad de contener un germen como el de la listeria tan de actualidad, “nos arriesgamos a sufrir problemas de salud” nos advierte la experta en seguridad alimentaria.

Congelar alimentos envasados para alargar su vida útil

Congelar los alimentos siempre alarga su vida útil, ahora bien, es muy importante “ tener en cuenta en qué condiciones lo he comprado, con qué fecha de caducidad lo he comprado porque no es recomendable andar congelando productos con el objetivo de alargar la vida útil, la congelación va a alargar la vida, pero no mata los microbios si los hubiera, los mantiene en estado latente y cuando se descongela el producto si tiene una contaminación microbiana elevada la va a seguir manteniendo” advierte María Rosa Urdiales que nos explica que para destruir un germen o una bacteria lo mejor es cocinar ese producto con calor.

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Cuando una empresa alimentaria hace un estudio de la vida útil de sus productos ya tiene en cuenta que la cadena de frío se va a romper durante el periodo en el que se hace la compra.

El peligro está en casa

En las casas se producen la mayoría de las intoxicaciones e infecciones alimentarias por la mala manipulación que hacemos de los alimentos.

El arroz y la pasta pueden tener un problema con el bacillus cereus  muy resistente al calor, y si dejamos enfriar ese arroz o pasta a temperatura ambiente pueden germinar las esporas y producir una toxina que nos puede llevar a enfermar.

¿Cuánto nos duraran en la nevera las comidas elaboradas en casa? “Todo dependerá de la materia prima, pero una vez cocinado, cuatro o cinco días bien conservado en recipientes de uso alimentario y en refrigeración sería el periodo adecuado” nos explica  María Rosa Urdiales, miembro de la Junta de la Sociedad Española de Seguridad y Calidad Alimentarias (SESAL).

El vértigo con el que se desarrolla nuestra vida, la vorágine en la que nos movemos nos impide, a veces, estar pendientes de cosas tan sencillas y a la vez importante como la etiqueta e los alimentos en las que nos informan de su caducidad. Hay veces que si no nos hemos fijado, no pasa nada porque el mismo envase nos indica que lo que contiene se ha estropeado, por ejemplo porque se abomba; pero en otras ocasiones no cambia el aspecto físico y aquí es cuando nuestra salud corre un gran riesgo. “El problema es cuando hay un alimento que no altera las condiciones del envasado y nos lo comemos creyendo que está bien y no lo está” dice la experta en seguridad alimentaria que nos reclama estar atentos.

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