SALUD OFTALMOLOGÍA
Oftalmólogos ven con recelo que enfermeros pongan inyecciones para degeneración de mácula
Jordi Font Comas d'Argemir
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Jordi Font Comas d'Argemir
Los oftalmólogos ven con recelo que profesionales de la enfermería empiecen a asumir la función de poner inyecciones de precisión en el ojo para el tratamiento de la degeneración macular, cada vez más frecuente por el envejecimiento de la población.
Las conocidas como inyecciones intravítreas se administran en el ojo y sirven para introducir fármacos en la cavidad vítrea, un espacio situado en la parte posterior del ojo, detrás del cristalino.
Estas inyecciones ayudan a tratar la degeneración macular asociada a la edad (DMAE), que consiste en la degeneración de la mácula, la parte de la retina que controla la visión nítida central.
La DMAE afecta a más de 800.000 personas a España y representa la primera causa de ceguera a partir de los 65 años en los países más desarrollados.
Las inyecciones se emplean también para tratar el edema macular (engrosamiento de la mácula), que en muchos casos está causado por la diabetes.
Un buen tratamiento a tiempo puede evitar la ceguera, pero el problema es que, por el envejecimiento de la población, cada vez más personas necesitan este tratamiento, que además no consiste solo en un único pinchazo, pues en muchos son mensuales, durante un periodo de tiempo largo o incluso de por vida.
La inyección intravítrea se administra habitualmente en consultas externas de un hospital, en un espacio quirúrgicamente limpio y con anestesia tópica, y no está exento de riesgos: un mal pinchazo puede perforar la retina.
Así pues, es un procedimiento que siempre ha llevado a cabo el oftalmólogo, pero, ante la creciente demanda, algunos centros barajan que lo puedan hacer enfermeras formadas, para concentrar a los facultativos en el diagnóstico o en actos médicos todavía más complejos.
En el Hospital Josep Trueta de Girona, centro del Instituto Catalán de la Salud (ICS), dieron el paso hace cuatro años, tras constatar que en una década habían pasado de ninguna inyección a 3.500 pinchazos al año.
Fuentes del Trueta han detallado a EFE que en el 2019 se inició una prueba piloto con personal de enfermería, formado específicamente por los mismos oftalmólogos del servicio durante un año, para que inyectara estas inyecciones.
Cuando lleva a cabo el procedimiento, la enfermera siempre tiene un oftalmólogo referente en las consultas, para resolver dudas o cualquier otra situación que se produzca, según el hospital gerundense.
Para poder pinchar, el requisito es tener, además del grado de enfermería, un máster en oftalmología, una experiencia mínima de 3 meses en ese servicio y el curso de capacitación específico para este procedimiento.
Después de casi cuatro años con una enfermera pinchando las inyecciones, el Trueta asegura que la experiencia es "muy positiva" y señala que hay sistemas similares en Reino Unido y Dinamarca desde hace años.
En Cataluña, otros hospitales de la corona metropolitana de Barcelona están valorando la posibilidad de formar enfermeras, pero no se ha tomado una decisión al respecto aún.
Un estudio del Instituto de OftalmoBiología Aplicada (IOBA) de la Universidad de Valladolid analizó experiencias internacionales y llegó a la conclusión de que la administración de intravítreas por parte de enfermería aumentó el volumen de inyecciones puestas, con un número de complicaciones muy bajo y similar a la obtenida por los oftalmólogos, y permitió a estos facultativos invertir más tiempo en diagnóstico de enfermedades y seguimiento de pacientes.
A pesar de que cada vez se necesitan más manos para pinchar las inyecciones, oftalmólogos consultados por EFE no ven claro que la solución sea delegarlo a enfermería por una supuesta falta de facultativos, pues creen que sí que hay médicos, pero una parte están en la privada porque disponen de mejores condiciones.
"Es un acto médico con grave riesgo potencial que no se puede delegar, al igual que operar unas cataratas", advierte en declaraciones a EFE el oftalmólogo tinerfeño Javier Rodríguez, vicepresidente de la Asociación Profesional de Oftalmólogos de España (APOE).
Para Rodríguez, se trata pues de intrusismo, en un proceso que es "invasivo, de carácter cruento -porque atraviesa la superficie del ojo- y con potencial riesgo", añade.
Menos taxativa es la vocal de la Sociedad Catalana de Oftalmología y facultativa del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona, Marta Castany, quien admite a EFE que es "un acto agresivo porque es semiquirúrgico", pero a la vez reconoce que hay "mucha presión asistencial", por el aumento de la demanda.
Cualquier cambio "se tiene que gestionar muy bien y con una formación muy buena", sostiene Castany, que puntualiza en todo caso que la Sociedad Catalana de Oftalmología no tiene una posición debatida y consensuada al respecto.
Fuente sindicales consultadas por EFE inciden en que la formación debería ser reglada, pues actualmente no existe especialización de interino residente en enfermería oftalmológica, como sí ocurre en cuidados médico-quirúrgicos o en obstétrico-ginecológica (matronas).
Eso sí, se puede cursar un máster en enfermería oftalmológica y completar la formación con cursos propios del centro hospitalario, como hace el Hospital Josep Trueta.