La isla habitada más pequeña de España tiene mayoría de apellidos italianos porque un rey la repobló con esclavos de África
Posee una longitud aproximada de 1.800 metros y una anchura máxima de unos 400, albergó en el pasado piratas berberiscos hasta que Carlos III la fortificó para levantar el actual pueblo
Calle principal decorada de la Isla de Tabarca, un destino popular para una excursión de un día con más de 10.000 visitantes diarios.
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Pocos rincones del Mediterráneo concentran tanta historia y tanto misterio como Nueva Tabarca, la única isla habitada de la Comunitat Valenciana. Apenas 1.800 metros de largo y 400 de ancho, este minúsculo pedazo de tierra frente a la costa de Alicante fue durante siglos un escondite perfecto para piratas berberiscos. Hasta que en 1769, Carlos III, en una de las maniobras más singulares de su reinado, decidió repoblarla… con italianos esclavizados en África.
Una isla con historia y cicatrices
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Durante siglos, Tabarca fue conocida como un islote plano, árido y sin vida estable. Los griegos lo llamaban Planesia; los romanos, Planaria. Pero no fue hasta el siglo XVIII cuando su historia dio un giro inesperado. En 1741, los habitantes de la isla tunecina de Tabarka —entonces bajo control de la República de Génova— fueron capturados y vendidos como esclavos en Argel. Entre ellos, familias enteras dedicadas a la pesca del coral.
Años después, Carlos III, movido por razones estratégicas y políticas, ordenó el rescate de un grupo de aquellos tabarkinos cautivos y los trasladó a lo que por entonces era la isla Plana de San Pedro. Para acogerlos, el monarca ordenó construir un pueblo fortificado, con murallas y casas dispuestas con precisión ilustrada. Así nació la Nueva Tabarca, un experimento poblacional con sabor genovés.
De los casi 300 repobladores iniciales, muchos habían nacido en cautiverio. Y aunque recibieron casas, barcos de pesca y exención de impuestos, la isla no prosperó como se esperaba. Aún así, su legado perdura: los apellidos como Pianelo, Parodi, Leoni o Luchoro siguen marcando la identidad de la isla. Puedes conocer más sobre esa historia en este reportaje de COPE.
Isla de Tabarca. Provincia de Alicante, Costa Blanca, España. Vista del pueblo y la iglesia desde el puerto.
Entre la historia, la pesca y el turismo
Con el paso del tiempo, Tabarca pasó de ser bastión defensivo a quedar semidesierta, perdiendo interés militar. Su torre de vigilancia, la Torre de San José, llegó a ser prisión en el siglo XIX. El pueblo, sin apenas agua potable ni recursos agrícolas, sobrevivía de la pesca y poco más. Así lo recuerdan los testimonios de sus vecinos recogidos por COPE Alicante en esta crónica.
El gran cambio llegó con el turismo, sobre todo a partir de los años sesenta. Aunque sufre en verano una auténtica invasión de bañistas, en invierno solo medio centenar de vecinos resisten. La mayoría de los turistas vuelven a la península al atardecer, tras un paseo por su muralla, un baño en aguas cristalinas o un almuerzo a base de caldero —el plato estrella— en alguno de sus restaurantes.
Hoy, Tabarca es Reserva Marina desde 1986. Sus fondos marinos, ricos en posidonia oceánica, son uno de los principales reclamos para los amantes del buceo. La isla, además, está declarada Conjunto Histórico-Artístico. Su iglesia barroca, las puertas de la muralla y la antigua Casa del Gobernador son testigos de una historia de esclavitud, libertad y resistencia.
Isla de Tabarca. Provincia de Alicante, Costa Blanca, España. Turistas mirando al pueblo y la iglesia desde el puerto.
La isla no tiene colegio, apenas comercios, y los problemas de conectividad con tierra firme siguen marcando el día a día de sus habitantes. No obstante, su encanto sigue intacto. Un pequeño universo flotando frente al cabo de Santa Pola, que guarda en su topografía plana las cicatrices de un pasado colonial, pirata y casi legendario.
Como resume un pescador local en una de las entrevistas recogidas por COPE: "Tabarca no es solo una isla. Es una memoria viva".