Las tres recetas infalibles para disfrutar de tus fresas y fresones esta temporada: prepáralas en muy pocos minutos

También existen diferencias claras, más allá del tamaño, entre ambos tipos de fruta y conviene conocerlas

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Fernando Díez

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Desde febrero, nos hallamos en temporada de frutos rojos. Para celebrarlo, un dato nada desdeñable: en el último año sobre el que hay cifras, 2023, España produjo 327.400 toneladas de fresas y fresones. Cabe destacar que, con eso y con todo, hubo hasta siete tipos de fruta no cítrica que se vendieron más. 

Sin embargo, todavía hay quien desconoce que parte de lo que compran bajo el nombre de 'fresas' no son fresas, sino fresones. No hay problema con eso. De cualquier manera, pese a que comparten similitudes, existen diferencias claras, más allá del tamaño, entre ambos tipos de fruta y conviene conocerlas. 

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Como distinguir sendas frutas

Lo primero que hay que saber de fresas y fresones es que pertenecen a la misma familia de frutas, por lo que no estamos ante dos especies que se diferencien mucho entre sí. Fuere como fuere, la diferencia más evidente está en el tamaño. 

Las fresas son pequeñas, puntiagudas y de un que podríamos calificar como rojo intenso. Los fresones, por su parte, pueden duplicar o incluso triplicar el tamaño medio de las fresas, y su tonalidad varía del rojo pálido al rojo oscuro, a veces con zonas más blancas cerca del tallo.

Además, existe una diferencia de la que podrán dar cuenta, sobre todo, los que tengan un buen sistema olfativo, ya que hablamos del aroma. Mientras que las fresas desprenden un olor dulce, que se ha ce notar, los fresones, aunque agradables, tienen un 'perfume' algo más discreto.  A su vez, mientras que la textura de las fresas es más bien tierna y jugosa, llegando a deshacerse con facilidad en 'en boca', la de los fresones el algo más robusta. Se diría que cuesta más masticarla, dentro que tampoco es un alimento excesivamente duro. 

Otra de las grandes diferencias que hay entre sendos tipos de fruta es que, por un lado, las fresas son más caras y más difíciles de encontrar fuera de su temporada y zonas de producción. Sin embargo, el fresón, al ser cultivado sobre todo en explotaciones agrícolas casi en cualquier momento del año, resulta más barato, abundante y disponible en la mayoría de supermercados.

Una pincelada sobre sus valores nutricionales nos muestra que ambas frutas son ricas en vitamina C, antioxidantes, fibra y potasio.  

recetas para consumir fresas y fresones

La fruta, por si sola, no engorda. Sin embargo, los ingredientes con los que la mezclamos sí que lo hacen. Algo que es especialmente visible en el caso de fresas y fresones. La mayoría de personas que las consumen, ojo al dato, los combinan con: nata, leche azúcar o yogur. Es decir, el 'abc' de las calorías, podría decirse. 

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Fresas con nata.

Por suerte, hay manera de llevárselas al estómago de manera más saludable. Aquí van unas cuantas recetas para hacerlo: 

- En batido: Se puede preparar, por ejemplo, triturando unas siete fresas o cuatro fresones y un plátano y añadiendo una taza de agua o bebida vegetal (almendra, avena…), sumado a unas hojas de espinaca o kale y hielo al gusto. Quedará un batido refrescante, nutritivo y perfecto para media mañana o después de entrenar.

- En tostada: Es un poco novedoso, pero está comprobado que funciona. Tuesta una rebanada de pan integral, unta medio aguacate maduro y coloca encima láminas de fresa, a poder ser, fresca. Añade unas gotas de limón y espolvorea con semillas de chía o sésamo. Como resultado: una combinación de grasas saludables, fibra y antioxidantes que, además, tiene un gran sabor.

- Una opción dulce, natural y sin azúcares añadidos (helado): Tritura dos tazas de fresas con el zumo de medio limón y, si quieres endulzarlas, una cucharada de miel o sirope de agave. Para una versión cremosa, añade un yogur natural. Vierte la mezcla en moldes para helado y congela durante al menos cuatro horas. 

Hablábamos antes de quienes comen fresas con nata, azúcar, leche... Son, probablemente, las opciones que más agradan a nuestro paladar. Por supuesto, no hay que renunciar a estas mezclas, la clave está en no abusar.