1ª FERIA DEL PILAR
El Mene y Tomás Bastos cortan una oreja en la primera novillada de la Feria del Pilar
Pedro Luis, que completaba la terna, fue silenciado en su lote. Novillada con movilidad pero sin clase de Toros de Brazuelas.

El Mene durante la faena de muleta al novillo al que ha cortado una oreja en Zaragoza
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Paco Aguado
El novillero portugués Tomás Bastos y el aragonés El Mene se repartieron hoy sendas orejas en el festejo que abrió el abono de la Feria del Pilar de Zaragoza, ambos por encima de la desclasada movilidad de los utreros de la divisa vallisoletana de Toros de Brazuelas.
Claro que, más allá de lo numérico, la mejor impresión de la tarde la dejó Bastos, sobrado de oficio, férreamente asentado y muy suelto de muñecas frente a los dos novillos de su lote, a los que no solo se impuso sino que, por esas mismas virtudes, sacó mucho más de lo que parecían ofrecer en principio.
Si no salió a hombros se debió a la frialdad con la que el público siguió su muy meritoria faena al quinto, que vino tal vez motivada por razones localistas, una vez que el presidente le había negado antes la segunda oreja al Mene, el novillero maño que hoy se presentaba ante unos paisanos que le mostraron todo su apoyo.
Sea como fuere, Tomás Bastos se impuso ya holgadamente al segundo de la tarde, un cuajado utrero al que la templada muleta del portugués, siempre ante sus ojos, le desengañó de sus constantes intenciones de refugiarse en las tablas, tanto que de mitad de trasteo en adelante, ya desengañado y con más bríos el animal, llegaron las mejores y más hondas tandas de pases de una faena creciente.
Cortó así el luso la primera oreja del festejo, que mereció también haber paseado del quinto, un colorado algo basto al que cuajó una docena de soberbias verónicas que, extrañamente, fueron tan poco aplaudidas como una compacta faena de muleta en la que alargó las en principio cortas y vulgares arrancadas del de Brazuelas.
Buscando ese reconocimiento que no tuvo, Bastos se alargó de más en un empeño que perdió intensidad en el cierre, ya con el novillo saliéndose en busca de la puerta de chiqueros, donde lo tumbó de una estocada con cierto defecto que no hubiera sido óbice para una más que merecida, pero inexistente, petición de ese segundo trofeo.
Sí que lo había paseado antes El Mene, después de chocarse con un primero de lote que se rajó y buscó las maderas casi de principio y al que mató de un gran espadazo. Pero el cuarto, a falta de mayor calidad y entrega, si que tuvo una constante movilidad que el zaragozano aprovechó con firmeza de plantas y con mucha fibra en su expresión.
Especialmente notables fueron las dos tandas de naturales del cierre, entregado el torero, yéndose con el pecho en todo el trazo de los pases, para, sin solución de continuidad, abrocharlo con unos recreados ayudados por alto, de sabor añejo, que provocaron esa petición de una segunda oreja que la presidencia denegó.
Por su parte, el peruano Pedro Luis, que sustituía al herido Julio Norte, apenas pasó de mostrar su infructuosa voluntad ante un primero que, sin dejar de huir, también acabó pronto aconchándose en tablas, y con un astifinísimo sexto que también se movió sin gran clase y con el que solo lució cuando aprovechó sus primeras inercias, incluidas las de la apertura con las dos rodillas en tierra. Fue lo único que logró concretar medianamente el torero limeño, que además falló reiteradamente con la espada con ambos novillos.