Los hosteleros madrileños, frente a la crisis: "No vamos a dejar que el sector se hunda"

La hostelería está destacando como uno de los sectores más afectados por el coronavirus. En COPE.es hemos ido a un bar tradicional español para saber cómo lo están viviendo

TwitterRedactor de COPE

Tiempo de lectura: 5' Actualizado 16:06

Los bares forman ya parte de nuestra cultura. Son nuestros lugares de encuentro, pero siempre con los mismos, con nuestros familiares y con amigos. Aquellos en los que podemos olvidar a dónde vamos y que sirven para recordarnos de dónde venimos.

En plena pandemia de covid-19, aún los recordamos como aquellos sitios llenos de gente, en los que teníamos que abrirnos hueco para poder llegar a la barra y pedir, fuera como fuera, esa ansiada cerveza. En COPE.es hemos estado en el ‘Trastoque de Harvard’, uno de esos bares tradicionales, de los de toda la vida, en los que solo importa el reencuentro. Un restaurante que en el año 2018 ganó el Premio Ruta del Cocido madrileño.

Son las doce de la mañana. El local aún está cerrado. Las luces apagadas hacen entender, desde fuera, que está vacío. Dentro se respira más vida que nunca. Los cocineros comienzan a trastear en la cocina con el único fin de tenerlo todo a punto para cuando lleguen los primeros comensales. La máquina de cafés comienza a funcionar y ellos, los trabajadores, los héroes de la hostelería, son los primeros en llegar. Uno tras otro.

Atraviesan la puerta del local con una sonrisa y con ganas de arrancar un nuevo día. Con entusiasmo por afrontar la pandemia. Con el único deseo de sacar la hostelería adelante. En el restaurante, aún cerrado, se escucha el sonido de las máquinas refrigeradoras, la puerta de la cocina abriéndose y cerrándose, y todos los trabajadores poniendo todo a punto para la hora de la apertura.

Se hacen las 13:00 horas. Se levantan las persianas, se abre la puerta y arranca el día. Así, en perfecta sincronía, la hostelería intenta ponerse en pie. Este restaurante en pleno Sanchinarro, frente a la estación de metro ligero de Blasco Ibáñez, abre cada día sus puertas para levantar la economía. Para salvar su negocio.

Hablamos con Jorge, el dueño del restaurante, y dos de sus trabajadores, Jose y Pablo, que con entusiasmo, nos cuentan cómo comenzó el negocio y cómo han vivido ellos la pandemia.

“Nos juntamos tres amigos que trabamos en la hostelería toda la vida”, nos cuenta Jorge. “Pusimos Harvard en honor a mi abuela. Siempre quería que estudiara allí y fue a lo máximo que llegué”, nos explica con una sonrisa. Asimismo, continúa relatando que en sus inicios comenzaron con la cocina al carbón al más puro estilo tradicional.

Un negocio que ha perdurado durante años, pero entonces llegó la pandemia. La semana previa “fue muy mala”, nos dice Jorge. “La gente no salía. No entendíamos por qué”. Fue entonces cuando un viernes les advirtieron que al día siguiente debían cerrar sus puertas.

“El día que cerramos, repartimos todo lo que teníamos en los congeladores y cámaras entre los trabajadores para no pasar hambre mientras íbamos a estar confinados en casa”, nos relata Jorge. Y continúa admitiendo que lo pasaron mal.

Reinventarse en plena pandemia

Durante los meses más complicados, el virus se abrió paso sin ningún tipo de compasión. Lo arrasó todo. Nos cambió la vida, y con ello la forma en la que la entendíamos hasta entonces. Los comercios tuvieron que reinventarse para sobrevivir. “Empezamos a funcionar con las comidas a domicilio, lo que nos permitió pagar los gastos y que no había manera de dejar sin pagar”, explica Jorge.

Sin embargo, otro de los momentos más duros fue el de la desescalada, que tanto Jorge como Jose y Pablo califican de “caos”, y explican que el restaurante era capaz de seguir las medidas de seguridad porque los propios policías que iban cada día a inspeccionar, les aportaban nuevas directrices, lo cual demuestra el auténtico desconocimiento al que tuvieron que enfrentarse durante aquellos meses.

“Se notó la negación para comer dentro del salón. Tuvimos que reinventarnos, hacer menús a domicilio y crear un servicio de catering”, nos explica a continuación Jose, uno de los trabajadores del restaurante. “Hacíamos ofertas o promociones para que la gente viniera, había que fomentar el negocio”.

Uno de los cocineros del negocio, Pablo, explica que “la comida tradicional española, de cuchara, no es algo que la gente pida a domicilio pero por el miedo a salir, prefieren que se la llevemos”.

Las nuevas restricciones impuestas desde el Gobierno tampoco contribuyeron a la mejora de la situación. Con el decreto del segundo estado de alarma en España, el toque de queda y las medidas más duras, los comercios y la hostelería se han vuelto a ver abandonados y desamparados frente a una nueva situación de caos.

“Es una incertidumbre”, admite Jorge. “No saber si van a cerrar y al final lo que notamos es que el trabajo que antes hacían dos personas, ahora lo hace una tranquilamente”.

Uno de los cocineros del restaurante, Pablo, apunta que “estamos funcionando bien y podemos seguir tirando con las deudas”. Sin embargo, se pone en la piel de quien tiene “el negocio más pequeño, un bar de barra, sin terraza”, y lamenta que a esa persona “se le estará haciendo incluso más difícil”.

A continuación añade que “solo hay que darse un paseo por las calles del centro de Madrid para ver esos pequeños locales, tiendas y comercios con el cierre echado, que puede que no vuelvan a abrir. Los proyectos de miles de familias frustrados porque se han visto abandonados”, reflexiona.

Aumento del consumo durante los puentes

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, advirtió hace unas semanas que tan solo iba a cerrar la región los días correspondientes al puente de Todos los Santos y el puente de la Almudena. Hoy las fronteras vuelven a estar abiertas en toda la comunidad. Tanto en uno como en el otro, la Consejería de Economía de Madrid ha advertido que sí se ha detectado cierto aumento del consumo por parte de los madrileños. Y sobre eso mismo hemos preguntamos a los trabajadores del ‘Trastoque de Harvard’, sobre lo que Pablo contesta que “la gente de Madrid se ha volcado lo que no está escrito. Es para quitarse el sombrero”.

Incluso el puente de la Almudena, cuyas previsiones meteorológicas no eran especialmente halagüeñas, se ha notado una mayor carga de trabajo. “El pueblo madrileño está apoyando mucho a la hostelería”, admite. Por ello añade que la gente tiene que confiar en que “la hostelería son sitios seguros. El virus no se contagia solo en la hostelería”.

Por ello, y siguiendo esa misma línea, Pablo explica que su único deseo es que la gente “se sienta con la hostelería como se ha sentido siempre y que no la vean como un foco de contagio, porque no lo es”.

“Se lucha mucho para mantener esa seguridad y esa limpieza”, añade Jose. “La gente tiene que disfrutar sin pensar en los problemas que conlleva la situación”, puntualiza.

El segundo golpe de la covid-19 en España

Si bien la saturación en los hospitales no es todavía tan alta como la que se vivió en la primera ola, las cifras de contagios no dejan de crecer exponencialmente y los gobiernos regionales barajan todo tipo de nuevas medidas, cada vez más restrictivas, para poner freno al avance del virus.

Una de las preguntas que nos surge es precisamente si la hostelería podría aguantar un segundo golpe, un segundo cierre como ya están decretando muchas comunidades españolas. “Estamos intentado reactivarnos enfocado en eso, por el miedo a eso mismo, a que nos cierren”, explica Jose.

A continuación, Pablo admite que “en el primer golpe cayeron muchos. En este segundo estamos luchando para sacarlo adelante”. Por ello, y antes de concluir, manda un mensaje de ánimo a todos los hosteleros de España: “Vamos a remar todos juntos en este barco. Vamos a sacar esto adelante. No vamos a permitir se la hostelería española se hunda”.

Y así, como un equipo en perfecta sincronía, con sus bromas, sus risas y sus desencuentros; como una familia, todos los trabajadores de ‘El Trastoque de Harvard’, levantan cada día la persiana con el único objetivo de hacer frente a esta segunda ola de la pandemia. Con el fin, definitivamente, de plantar cara al virus, para que no se lleve consigo también nuestras ganas de disfrutar de una de las cosas más bonitas de nuestro país: el de volver a encontrarnos con los nuestros en los lugares de siempre, en nuestros bares.