Más de dos millones y medio de personas colaboran en España de forma voluntaria con distintas entidades sociales, incluyendo la extensa red de parroquias. El 5 de diciembre se celebra su día internacional como forma de agradecer su labor y de promover que otras personas se decidan a dar este paso. En las últimas décadas, las políticas sociales y el tercer sector han experimentado, en muchos países, un verdadero salto adelante en cuanto a profesionalización y mejora de la calidad de las intervenciones. En Europa, de forma particular, se busca avanzar hoy hacia un modelo de cuidados y servicios más personalizado, promoviendo al máximo la integración plena en la comunidad.

La importancia de la figura del voluntario no solo permanece, sino que se potencia con este modelo, que a la vez contribuye a generar una sociedad más cohesionada y una ciudadanía más comprometida. Mirando la realidad española, Manos Unidas, Cáritas o Cruz Roja son y han sido históricamente ante todo organizaciones de personas voluntarias. Los beneficiarios directos de esas ayudas y sus familias son quienes mejor conocen y valoran su trabajo, pero los beneficios van mucho más allá. Gracias a esos casi tres millones de voluntarios, personas de toda clase social, edad y condición, España es un país mejor, sencillamente porque cuenta con una masa crítica de voluntariado que se siente interpelada por lo que pasa a su alrededor.