El pasado domingo, dentro de las llamadas Primarias obligatorias, los argentinos acudieron a las urnas para designar a los partidos y candidatos que podrán presentarse a las elecciones del 14 de noviembre, que renovarán la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado. Faltan solo dos meses para esa gran cita electoral y la noticia es que el voto de los argentinos apunta a un cambio notable.

Las listas de Juntos por el Cambio, primera fuerza de oposición, superaron en todo el país a las listas del Frente de Todos, el partido del Gobierno. Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kichner salieron derrotados. Y para ellos lo peor es que fueron los jóvenes y las personas con menos recursos económicos quienes más les han castigado.

Argentina estuvo en confinamiento severo durante un año, lo que ha multiplicado la crisis económica. Mientras tanto, el presidente celebraba fiestas privadas que acabaron siendo públicas y los integrantes del Gobierno se saltaban los protocolos para acceder a las escasas vacunas disponibles.

En los próximos dos meses el kichnerismo intentará recomponerse y habrá que ver qué pasa con los aliados que en 2017 hicieron posible su victoria peronista. Mientras tanto, la oposición de centro-derecha tendrá que fortalecer los liderazgos y evitar a toda costa las disputas internas. El desafío de la oposición es romper la mayoría oficialista en el Senado. El adversario está fuera, no dentro, y se llama kichnerismo.