La Iglesia en Italia celebra este domingo la Jornada por la Vida, con el foco puesto en santa Teresa de Calcuta. La religiosa canonizada por el Papa al término del Año de la Misericordia ofrece un modelo especialmente válido hoy. Cuando, al recoger el Nobel, la fundadora de las Misioneras de la Caridad advirtió de que «el mayor destructor de la paz hoy es el aborto», le avalaba su testimonio de amor a las personas vulnerables de toda edad, clase, nacionalidad y condición. Esa es también una importante lección hacia dentro de la Iglesia, porque uno de los mayores peligros que afronta el cristianismo en las últimas décadas es la tentación de ideologizar el mensaje del Evangelio, tomando solo una parte u otra en función de los propios intereses.Pero tan doctrina social es la defensa del niño todavía no nacido como la acogida al refugiado y al inmigrante. Cada uno a su manera, los últimos Papas han insistido mucho en esa coherencia, que plantea retos a veces nada sencillos en la relación con el poder político. No pocos dirigentes defienden una serie de valores muy importantes para los católicos mientras muestran a la vez un desprecio absoluto hacia otros no menos importantes. Eso obliga a aplaudir algunas decisiones sin por ello canonizar a ningún líder, y a criticar otras cosas sin que eso suponga dejar de tender puentes. Está en juego la credibilidad de la Iglesia y de las causas que defiende, que no son ni de izquierdas ni de derechas, sino del Evangelio.