En la batalla electoral por la Comunidad de Madrid están en juego no pocos factores determinantes de la política española del futuro. Uno de ellos es el de la educación. Madrid ha sido una Comunidad Autónoma que en los últimos veinticinco años se ha caracterizado por un desarrollo educativo integral que abarca desde programas destinados a elevar el nivel de los alumnos a la excelencia, a la construcción de nuevos centros en las zonas de expansión geográfica. Uno de los aspectos más destacados de la política educativa de la Comunidad ha sido una adecuada articulación, según criterios plurales, del ejercicio del derecho de los padres a elegir el modelo de educación para sus hijos, que ha facilitado la iniciativa social también como motor del sistema de enseñanza.

Por eso no sorprende que Pablo Iglesias quiera colocar su política educativa para Madrid en el centro del debate político. Durante los últimos días, el líder de Unidas Podemos se ha dedicado a atacar lo que han hecho los gobiernos madrileños en educación y a dejar caro que su preferencia en un futuro gobierno con el PSOE está en la política educativa. Sus propuestas abarcan desde la formación a los profesores en educación afectivo-sexual desde las bases de la ideología LGTBI al fin paulatino de la educación concertada, a la que califica de “dispositivo de adoctrinamiento ideológico”. También en educación, los madrileños tendrán que elegir entre libertad y pluralismo, o imposición ideológica desde el Estado.